JULIO HERRANZ
Si uno no se fija bien -y es difícil hacerlo por la altura-, el reloj tallado en el muro del campanario de la Catedral que se encuentra debajo del actual (esférico, acristalado e iluminado por la noche desde dentro), no es un reloj de sol. Confusión que sostienen muchos, incluso cualificados profesionales que conocen bien, o deberían, la historia de Eivissa. A este periódico le sacó de dudas una autoridad en la materia, el delegado del patrimonio eclesiástico de la diócesis pitiusa, Francesc Torres Peters, con una información que resulta más bien curiosa.
No se sabe con certeza desde cuándo el campanario de la Catedral ibicenca tiene reloj. «Anteriormente a este reloj de piedra, había uno mecánico, pero lo único que hacía era tocar las campanadas. No tenía esfera ni muescas para que la gente viera la hora, sino que tocaba cada cuarto y a las horas». Hay noticias de un reloj ya en 1498, por referencias a un tal Martí Prats que se encargaba de su funcionamiento, «pero me atrevería a afirmar que la Catedral tiene reloj desde el siglo XIV; y creo recordar haber visto alguna cita que hablaba del reloj a principios del XV; pero cierto, es a mitad de este siglo cuando es seguro que hay reloj», precisó.