Desde su atronadora aparición en el universo cinematográfico con Acción Mutante (1992), el bilbaíno Àlex de la Iglesia ha mantenido una irregular presencia en la cartelera nacional e internacional. Siempre celoso a mantener su independencia creativa, llegó a decirle no a Hollywood cuando su nombre se barajó para dirigir una de las cintas de la saga de Alien, mientras seguía sumanto títulos memorables (El día de la bestia, La comunidad) con productos más irregulares (Crimen Ferpecto, Muertos de risa) e incluso proyectos de un carácter más internacional (Perdita Durango).
A esta última categoría podría pertenecer Los crímenes de Oxford, con la que De la Iglesia regresa a las pantallas con Elijah Wood y John Hurt como cabezas de cartel y con la siempre acertada Leonor Watling como contrapeso femenino.
Hacía tres años que el director no estrenaba, por lo que se esperaba con cierta expectación su nuevo trabajo, en este caso ambientado en la tradicional universidad de Oxford, que brinda el entorno en el que un profesor de lógica y un estudiante norteamericano recién llegado deberán intentar resolver una serie de crímenes cometidos por alguien que va dejando unas sutiles pistas como único hilo conductor.