MARIANA DÍAZ
La Eivissa del siglo IV antes de Cristo era una tierra de mercaderes que comerciaban con la costa peninsular cercana, el sur de Francia y Mallorca. Dos de estos comerciantes, Aris y Bodmilgart, hicieron negocios con los habitantes del poblado de Ses Païsses, a los que vendieron vino, y son los ciudadanos más antiguos de Balears que conocemos.
Estos datos se deducen de la investigación sobre dos sellos con dibujo, grabados en sendos trozos de ánfora, que fueron hallados en el poblado talayótico de Ses Païsses (Artà) durante la campaña de excavaciones arqueológicas de 2005, que dirigió el arqueólogo Javier Aramburu.
Desde entonces, los sellos han sido estudiados por varios especialistas, como «el mayor experto en ánforas de Eivissa», Joan Ramon Torres, la italiana Maria Giulia Amadasi y Mercedes Àlvarez.
Según explica Aramburu, se trata de los sellos sobre ánfora más antiguos de la Península Ibérica. Hasta ahora, «el nombre más antiguo que se conocía también era el de un ibicenco, un sacerdote», y se había encontrado en la Cova des Cuieran. De hecho, Torres «ya sospechaba que en época tan antigua se sellaban las ánforas en Eivissa, ya que había encontrado un sello, aunque sin dibujo».
El hecho de que Aris y Bodmilgart [este último nombre significa «en la mano de Melgart», un dios púnico] pusieran la marca en las ánforas que llegaron a Ses Païsses quiere decir «que debían tener un interés especial en el cargamento, tal vez porque iba destinado a un poblado importante con el que estaban interesados en abrir mercado», añade el arqueólogo.
Mientras que en el siglo IV antes de Cristo Eivissa era una capital importante que vivía una época de esplendor, -«productos suyos se encuentran por todo el Mediterráneo»-, en la que dominaba una oligarquía mercantil y se acuñaba moneda, en Ses Païsses se daba una «cultura periférica», aunque ya no vivían los talayóticos, sino los baleáricos, «es la época de los honderos».
Aris y Bodmilgart eran fenicios y buenos comerciantes de vino, cuenta el arqueólogo Javier Aramburu. Los comerciantes de la actual Pitiüsa mayor «eran astutos» mercaderes que «imitaban las ánforas de los vinos más famosos de otras tierras, como Italia o Grecia», al igual que ocurre hoy con tantos productos. Para ellos el negocio era lo primero, por lo que «en caso de conflicto hasta cambiaban de bando».
Aramburu dice que los ebusitanos son poco conocidos en Balears y que tanto dicha cultura como la talayótica «aún no han tenido su gran exposición, su gran catálogo con artículos de referencia».