Antonio Colinas se mostró ayer dolido por la muerte de Barry Flanagan el pasado lunes en Eivissa a los 68 años, víctima de una enfermedad degenerativa. El poeta recordó a este periódico la entrañable amistad que le unió al prestigioso escultor británico desde que se conocieran en la isla por medio de la directora del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE), Elena Ruiz, a raíz de la escultura de Flanagan Cabeza de la diosa entre mis manos, inspirada en un poema de Colinas del mismo título de su libro Astrolabio. Anécdota que contó Ruiz ayer en estas páginas.
Una coincidencia curiosa que el poeta resumió así: «La madre de Barry le regaló la antología de poesía española de Penguim, y allí encontró el poema. Al contarle a Elena la historia y al decirle que el autor vivía en la isla, fue cuando nos encontramos. A partir de entonces hicimos una gran amistad. Por cierto, la cabecita junto a la escultura que está apoyada sobre el libro me dijo que era la de su hija», precisó Colinas, añadiendo que también colaboró con el escultor en su proyecto Birds in the wall. «Fueron unos grabados para mis poemas La noche de los ruiseñores y El muro blanco. Extrajo los temas de unos pájaros que había pintado con lápiz en la pared de su estudio. Hizo muy pocos grabados en su vida, y uno de ellos, precisamente, fue éste. Tengo algunos de ellos aquí en mi casa», precisó.
Encerrado en el museo
Antonio Colinas también recordó una curiosa anécdota sobre Barry Flanagan: «El día anterior de la inauguración de su exposición antológica (MACE, 1992), haciendo el montaje se quedó encerrado en el museo de Dalt Vila y pasó toda la noche durmiendo allí sobre un montón de algarrobas que había puesto para un montaje. Se ve que se olvidaron de él o que se perdió por abajo».
La noticia de la muerte de Barry Flanagan, dada a conocer por Ultima Hora, causó ayer un notable impacto en el mundillo cultural de la isla; sorprendido por el rápido y fatal desenlace de la enfermedad que sufría el escultor desde hacía pocos meses.
En cuanto a las honras fúnebres por Barry Flanagan, de momento no se han concretado. Lo único que pudo averiguar ayer este periódico a través del escultor británico Christopher Stone, amigo del malogrado artista, es que iba a ser incinerado en Palma y que la familia realizaría en Santa Eulària un funeral en su memoria para que los amigos y admiradores que Flanagan tenía en la isla puedan despedirse de él.
Además, están en marcha varias iniciativas artísticas para rendir homenaje al reconocido escultor en Gran Bretaña, Irlanda y otros escenarios de su vida.