El Ministerio de Fomento anunció el pasado 5 de julio los proyectos merecedores de recibir los fondos procedentes del 1 por ciento cultural y que incluyen el trabajo de mantenimiento de la muralla de Vila declarada Patrimonio de la Humanidad. Se trata de un conjunto monumental, cuyos baluartes y elementos principales son conocidos por la mayoría de la población. Sin embargo, este recinto amurallado del siglo XVI esconde una microhistoria.
Al recorrer los detalles que la pueblan y que, en la mayoría de los casos, pasan inadvertidos para los transeúntes uno es capaz de reproducir cómo era la gente que trabajó en la fortificación de la muralla, qué dificultades técnicas se encontraron en el proceso de alzamiento de las diferentes paredes y cuál fue la evolución desde el proyecto inicial para adaptarlo a las necesidades reales de seguridad que requería la Vila d'Eivissa. El historiador ibicenco Antoni Ferrer Abárzuza, que ha repasado exhaustivamente los libros de cuentas de varios periodos de construcción de la muralla, es capaz de hacer una reconstrucción detallada de cuántas personas trabajaron en esta titánica construcción, cuántas horas trabajaban al día, cuál era su jornal y su procedencia. Este conocimiento profundo de la evolución de la fortaleza le permite, a simple vista, señalar diferentes detalles que permiten, actualmente, reproducir piedra a piedra la evolución de esta muralla.
El recorrido comienza en el Portal Nou, donde Ferrer Abárzuza se encarga de señalar la discontinuidad en la línea de colocación de las piedras. «En el orejón que hace el baluarte, las hiladas de piedras están colocadas de manera horizontal. Lo mismo ocurre en la pared y a partir de una línea van cuesta abajo. Esto se debe, probablemente, a una duda del ingeniero, que construyó la torre a posteriori. Las piedras hablan, la manera como están colocadas nos dicen muchas cosas», explica el historiador. Algunos de estos detalles pueden observarse mejor al atardecer y otros, son visibles a plena luz del día. En el propio Portal Nou se puede observar el cordón de piedra, que bordea la mayor parte del recinto y que precede a un alzamiento de la muralla que se hizo en el siglo XVII. «No era suficientemente alta y las casas que se encontraban allí quedaban desprotegidas, por lo que tuvieron que alzar la muralla unos dos metros más», apunta el ibicenco, que añade: «En algunos lugares, donde existe una discontinuidad en la colocación de las piedras, éstos pueden resultar peligrosos a la hora de diagnosticar patologías estructurales. Son sitios a tener en cuenta».
Avance progresivo
El recorrido continúa en dirección a Vara de Rey y la pared de muralla que discurre paralela a la plaza del Parque. Allí, en la punta del baluarte de Sant Pere se observa un alzamiento posterior. «Esta punta que sobre sale, con las piedras colocadas de manera horizontal, se debe a un error. Las piedras, colocadas en pendiente descendiente facilitaban el ataque de los enemigos por lo que tuvo que construirse un nuevo alzamiento», explica Ferrer Abárzuza que añade: «Quizás Calvi, el diseñador no dejó claro cómo quería que quedara finalmente. Si hoy en día tenemos discusiones sobre planos, AutoCad, imagínate en aquella época que todo se construía por dibujos». Las paredes de piedra viva se modelaban en las esquinas con piedra de marés con el fin de darles un aspecto redondeado. A lo largo de varios puntos de la muralla existen más de una decena de lugares donde se observan discontinuidades en la base de la muralla, como orificios tapiados, a veces de forma cuadrada, otras redonda u ovalada. «Se trata de refugios antiaéreos construidos en el año 1937, durante la Guerra Civil y siempre tenían una puerta de entrada y una de salida», señala el historiador. La excavación de túneles en la base de la muralla, al parecer, no supone un riesgo para la estabilidad del monumento.
Legado
Junto al antiguo Portal d'es Aiguaders, tras la plaza del Parque, se observan unas estructuras, abandonadas y repletas de suciedad a las que, según el historiador ibicenco «no se les ha dado la importancia que merecen». Se trata de un conjunto de cisternas púnicas que han funcionado hasta hace relativamente poco. Además, a pocos metros, bajo el baluarte de Sant Joan hay una inscripción romana y la antigua salida de aguas de la Plaça de Vila.
A pesar de que en muchos lugares faltan piedras en la base, éstas han sido enormemente erosionadas o han sufrido los bombardeos de la Guerra Civil, estas deficiencias de conservación «no son un peligro inmediato pero sí que, en algún momento, tendrá que plantearse si se deben reponer las piedras o reconstruir la pieza entera», señala el experto. De hecho, en la masilla que unía las piedras, la gente que participaba en la construcción ha dejado diferentes tipos de grabados, como las galeras del baluarte de Sant Bernat, pequeñas cruces, escritos o un monte del calvario. Estas inscripciones, cercanas a la Plaça de sa Font pertenecen al proyecto Calvi y, a plena luz del día, se puede observar la diferencia entre las piedras del proyecto de la muralla medieval y su posterior ampliación, en 1575, a cargo del ingeniero italiano Giovanni Giacomo Palearo Fratin, que incorporó al recinto el baluarte de Santa Llúcia.
El recorrido finaliza en el Portal de Ses Taules, donde la actual rampa en línea recta fue construida en el siglo XVII, sustituyendo a la rampa original, en forma de zig-zag. «El recorrido se doblaba e impedía que la gente ascendiera en tropel por ella para atacar la ciudad amurallada», explica el ibicenco. Las evoluciones han sido constantes en este recinto cuya capacidad de resistencia no debe ser subestimada y que, lejos de encontrarse en mal estado, su conservación es «bastante buena», según palabras del propio Antoni Ferrer Abárzuza.
Constante mantenimiento
A pesar de que el estado de conservación del conjunto monumental es bueno, éste requiere unas labores de mantenimiento constantes. Por ello, el Ministerio de Fomento destinará una partida presupuestaria para la consolidación y recalce de varias zonas situadas entre el baluarte de Santa Llúcia y la zona próxima al de Sant Pere. Además, según los portavoces del Gobierno, «se limpiará la base de elementos extraños y se explorarán oquedades y cuevas, reforzando el apoyo». En este sentido, Ferrer Abárzuza explicó de que, a pesar de que las hierbas de las paredes atraen humedad y suponen un riesgo, «la muralla ha estado más tiempo con plantas que sin ellas».