La ciudad de Valencia se convirtió la semana pasada en un auténtico catalizador de creatividad gracias a la primera edición del foro artístico multidisciplinar disciplinar ArtinGroup, que se llevó a cabo en diferentes puntos de la ciudad y que contó con creadores consolidados de la talla del músico británico Michael Nyman, Antonio Najarro, el director artístico del Ballet Nacional de España; José Guirao, director de 'La casa encendida'; Miren Arzalluz, responsable de colecciones de la Fundación Cristóbal Balenciaga o Enrique Loewe Lynch, presidente de la Fundación Loewe, entre otros.
Fue este marco de altísimo nivel el que sirvió como plataforma para el estreno de la propuesta titulada Música Alchemica: Oniromanía, que ha impulsado la violinista ibicenca Lina Tur Bonet y que combina música, poesía, interpretación, pintura e instalación. Cuando pasaban algunos minutos de las 12,30 horas, el Museu Valencià de la Il·lustració i la Modernitat (MuVIM) abría las puertas de su auditorio mientras los asistentes eran invitados a tomar canicas, que estaban sumergidos en un cuenco de agua, y a adentrarse en una sala que se encontraba prácticamente en total oscuridad. En el centro, la violinista interpretaba un movimiento de las Sonatas y Partitas para violín solo de Bach mientras los asistentes orbitaban en silencio a su alrededor y podían leer en el suelo los mensajes 'Pasado y futuro', 'Música como ecuación del alma' y 'Ars combinatoria', escritos con tiza y observar las proyecciones de las pinturas que la propia Lina Tur ha realizado.
Posteriormente, tomó el relevo el actor Àngel Amorós, especialista en teatro español clásico y actor de doblaje que, mientras destejía una bufanda blanca, leía un fragmento del Timeo de Platón. «En el texto se describe cómo el Demiurgo forjó el alma del mundo dividiendo la substancia primordial en intervalos armónicos, que son los mismos que sustentan la música», señala Tur Bonet acerca de las bases de una performance cuya interpretación, libre, corre a cargo de los espectadores.
Orbitando
Sin embargo, la ibicenca respalda la teoría que sostienen muchos autores de que fue Pitágoras el primero de tantos en reconocer que las armonías son números que se han tornado audibles y que permiten explicar acústicamente las proporciones numéricas que subyacen al sonido. «Kepler trabajó toda la vida para demostrar que las relaciones entre las órbitas planetarias correspondían a las relaciones entre los sólidos platónicos», señala la violinista que además, instaló una pequeña constelación en un lateral de la sala formado por globos y pequeñas figuras geométricas como las que portaba el público.
Cuando finalizó la lectura, Lina Tur retomó la interpretación al violín mientras Amorós tejía a su alrededor, en el espacio, el hilo que había destejido durante la lectura, dando como resultado una estructura similar a la de una constelación planetaria, que simbolizaba la materialización de la música y que, en futuras ocasiones, la violinista tiene previsto que permanezca como instalación que puede visitarse posteriormente.
Conectar puntos
Tras su participación en ArtinGroup y el estreno de su propuesta, la artista se mostró altamente satisfecha por haber presentado finalmente este trabajo en el que llevaba varios meses trabajando y a través del que pretende conectar puntos y disciplinas, dejando abierta la posibilidad de que los asistentes dejen fluir su imaginación onírica, reflejada en el subtítulo 'Oniromanía'.