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«Eivissa es la isla más divertida y su público el más vanguardista»

El humorista Agustín ‘el Casta' representa este domingo en Can Ventosa su nuevo espectáculo

El humorista, en una imagen tomada en Mallorca el pasado mes de agosto. | Julián Aguirre

| Eivissa |

Agustín ‘el Casta' regresa este fin de semana a Eivissa, un escenario y un público que el humorista conoce bien y para el que sólo tiene palabras de elogio. Mientras celebra el XX aniversario del Café Cala Gamba recorre Balears con su nuevo espectáculo, Mallorquines por el mundo, en el que a lo largo de más de dos horas da rienda a sus humorísticas reflexiones sobre el modo de viajar de los habitantes de nuestra Comunitat Autònoma. Can Ventosa acogerá la representación del humorista el domingo a las ocho y media de la tarde.

—‘Mallorquines por el mundo' se suma, desde el humor, a la moda de programas en busca de paisanos por el globo. ¿Qué aporta su punto de vista?

—El sentido que le doy a este espectáculo es que los últimos que había estrenado, Xorissos, y otro que se titulaba Al mal tiempo buena cara, dedicado a la crisis, y el siguiente 2012, el fin del mundo: el último chupito, sobre el apocalipsis, eran sobre la crisis o hecatombes y pensé que ya estaba bien de hablar de malos rollos. Me gustaba afianzar esa idea y pense en un show de viajes, porque los baleares en general somos bastante viajeros. He encontrado mallorquines en todas partes del mundo. El espectáculo quiere ser una reflexión cómica sobre los viajes y la manera de viajar. Es muy divertido y ha salido redondo.

—No teme que, tal y como son las idiosincrasias de cada una de las islas, el título pueda restarle público en Eivissa o Menorca?

—En realidad no tiene por qué. Los baleares somos todos poco más o menos iguales al viajar; no creo que haya diferencias entre cómo viajan unos u otros. El título podría haber sido también Baleares por el mundo.

—Después de varias visitas conoce bien al público ibicenco. ¿Qué destacaría de él?

—Es estupendo y muy receptivo. Es la isla más divertida de todas y en la que la gente tiene más capacidad para desinhibirse y reír. Es un publico adorable, me lo paso muy bien allí. Y se nota perfectamente el pulso de la isla, con un público más vanguardista. Es la isla de la fiesta y del glamour. Esto al público se le nota un poco. Es muy gracioso comprobar cómo al público de algunas islas, sobre todo de las más pequeñas, les gusta reírse de la gente de las islas grandes. Es un recurso que uso mucho y que está muy bien.

—¿Cómo somos los baleares al viajar?

—Nosotros, como turistas, la verdad es que somos como la mayoría de gente. En realidad, mis números parecen más localistas de lo que realmente son. La temática que empleo es universal, pero siempre les doy un barniz de mallorquinidad o balearidad para fijarlos un poco. Aunque al reflexionar sobre los viajes es lo mismo si lo hace un balear o cualquier otro español.

—¿Dónde están los límites del humor hoy en día?

—Los límites, hoy y siempre, bajo mi criterio, se sitúan en el punto en que se pueda ofender a alguien. El humor puede ser un arma de doble filo y hay que tener siempre en cuenta que el público viene a divertirse no a que lo avergüences o le incomodes. Ese no es el objetivo. Hay temas que es mejor no tratarlos. Por ejemplo, un número sobre velatorios puede ser perfecto, pero si alguien ha perdido a algún ser querido recientemente no le hará ninguna gracia. Hay gente que me dice que lo haga, pero me resisto a ello, porque sinceramente no creo que haya que tratarlos. O la guerra o el terrorismo, que no tienen ninguna gracia.

—¿Qué le inspiran las políticas actuales, como el TIL o la propuesta de reducir el Parlament?

—La de reducir el Parlament casi me parece una buena idea. Mi teoría es que si con tanto politico estamos como estamos nos podríamos ahorrar unos cuantos. Sobre el tema las tres lenguas en la educación creo que en esta comunidad, que es turística y que vive de ello, deberíamos hacer un esfuerzo por dominar al menos el inglés. Hemos visto recientemetn el ejemplo de Botella ante el COI y parece que, después de eso, aún hay quien niega que haya que integrar el inglés en la educación con más frencuencia. Hay que ser prácticos y despolitizar lo que tiene que ver con la educación, por que es un tema muy importante.

—‘Que no nos roben la alegría, que ya nos han robado bastante' es toda una declaración de principios revestida de ironía que lanzó hace un tiempo. ¿El humor tiene que ayudarnos a soportar todo esto?

—El humor ayuda muchísimo y me he encontrado con gente que me ha parado por la calle para darme las gracias por hacerles reír después de no hacerlo durante equis tiempo por lo que sea, por desgracias familares o por el paro. Creo que el humor, aunque no sólo él, ayuda a la gente a evadirse un poco. En mi caso, hago humor de lo cotidiano, que no ofende a nadie y puede servir un poco para compensar toda la batería de malas noticias y de cosas desagradables que nos llegan constantemente como información.

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