En la Biblioteca Nacional de España, que el año pasado celebró su tricentenario, se conserva una ingente cantidad de material sobre las Balears que va desde los manuscritos más raros hasta grabados o portulanos. Lógicamente Eivissa no anda a la zaga respecto a sus islas hermanas.
Como botón de muestra, en la Biblioteca Nacional (Sala Cervantes) se conservan desde el mapa de Eivissa hecho en Viena por Really (1791), estampas de tipos ibicencos como la labradora de "Yviza" que grabó Carrafa (s. XIX) o el manuscrito del siglo XVIII que recoge notas ebusitanas sacadas de los autores grecolatinos. En el fondo que perteneció al gran erudito y arabista Pascual Gayangos (1809-1897) se arremolinan muchos papeles del cronista mallorquín Furió (s. XIX) que se escribía con bastantes curas con la intención de que le facilitaban noticias de arqueología.
Uno de estos individuos fue don Juan Puguet, presbítero ibicenco con quien el cronista Furió tuvo bastantes trapicheos. El tal Puguet debía tener una buena colección de antigüedades púnicas que iba rapiñando en su isla y tenía sus estudios con datos sobre ellas, pero su casa se incendió hacia 1844 y el fuego devoró —le diría en carta a Furió— sus «monedas e inscripciones pertenecientes a las antigüedades de esta isla». La pregunta es: ¿qué se perdió en el incendio de la casa del cura Puguet?
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