Las ideas de negocio exitosas se expanden en todo el mundo gracias al sistema de franquicias, negocios que comparten una marca, una dinámica de funcionamiento o las existencias, pero que tienen un propietario local. En Balears este tipo de empresas son una solución muy rentable para muchos comercios. El Económico se ha acercado tanto a emprendedores que han abierto una franquicia como a los que han diseñado el negocio.
La moda es uno de los sectores que más utiliza la fórmula del franquiciado. Rental Mode es una franquicia que abrió Carmen Pérez de Burgos a principios de año. Se trata de una tienda de alquiler de ropa exclusiva que aplica una tarifa plana de 70 euros. La idea surgió en Sevilla el año pasado de la mano de la empresaria Mawi Alcalá, un negocio que se extendió rápidamente por Andalucía y Valencia. Carmen explica que para poner en marcha su tienda en Palma necesitó una inversión inicial de unos 20.000 euros y cada año el canon es del 5% de los beneficios. A cambio, la marca aporta el material necesario para arrancar: prendas, tocados, las bolsas, el logotipo, el diseño, la imagen y la presencia en Facebook.
“Cállate la boca” es otro ejemplo. Esta marca nació en San Sebastián en 2001 de la mano de Oscar Casla y Mikel Erentxun y se caracteriza por utilizar iconos cotidianos, desde un huevo frito a las modelos retro de furgonetas Volkswagen, en camisetas y sudaderas, entre otros productos. Nuria Rodríguez decidió traer la marca a Mallorca en 2012. Primero ubicó la tienda en la calle Bonaire, pero la trasladó a la calle Oms para que entraran más turistas. Está “muy satisfecha” y no descarta abrir un nuevo establecimiento en Palma. Los contratos de “Cállate la boca” son de 5 años y la inversión inical ronda los 50 mil euros, 18 mil corresponden al canon y el resto al pedido inicial. Según la empresa, la inversión se amortiza en tres años.
Pascal García señalaba las dificultades y las exigencias que la multinacional McDonalds le puso para abrir una franquicia en Balears, un proceso tan dificultoso que le recordaba a “hacer la mili”. El proceso de selección de empresarios de McDonalds empieza con un curso de un año en Barcelona, que hay que costear sin ninguna remuneración. Deben superarse entrevistas, pruebas y hasta exámenes de escritura, y todo esto aparte de los requisitos económicos. Finalmente, García abrió su primer restaurante en Eivissa. En la actualidad cuenta con los de Festival Park, Santa Ponça, Magaluf, Palmanova y Son Rapinya, y ha traspasado el de la Pitiüsa mayor.
También dentro del sector de la alimentación se encuentra la franquicia 100 Montaditos, una cervecería experta en bocadillos que factura más un miércoles que un domingo. Ofrece un look atractivo y precios muy ajustados: una caña cuesta un euro, y los miércoles y domingos todos los productos excepto las ensaladas están a un euro. Marisa Ruiz es una catalana que vive en Mallorca desde hace 12 años, y ha llegado a un acuerdo con la empresa para abrir juntos los locales de Mallorca. El primero llegó a Palma en junio de 2013. La inversión de Ruiz ha sido superior a los 300 mil euros y promete nuevos locales en Mallorca con un objetivo: llenar el nicho de mercado de restaurantes con precios de crisis.
Francesc Mira abrió la primera franquicia de informática y nuevas tecnologías Beep en Palma en el año 1991. Cree que el márketing y la publicidad son una de las principales ventajes que ofrece una franquicia, aunque también tiene inconvenientes, como que estas empresas tienen que abastecerse con productos de la cadena, lo que reduce su margen de beneficio. Mira y su socio, Tòfol Bennàssar, poseen otra tienda en Inca además de la de Palma.
FRANQUICIADORES. El caso contrario es el de los franquiciadores, empresarios que tienen una idea y deciden que en lugar de expandirse por su cuenta, prefieren dar licencias para que otros la exploten. El el caso de La Boutique del Gelatto. Virgilio Rodríguez no sabía nada de helados cuando decidió comprar un pequeño establecimiento que se traspasaba en el Passeig Marítim. Rodríguez continuó con el modo de trabajar del maestro heladero italiano que le vendió el negocio, Augusto Gallonetto, y la heladería funcionó. Actualmente tiene diez negocios en toda Mallorca, y tres de ellos son franquiciados. Su filosofía es utilizar productos de primera calidad y no venderlo como un artículo de lujo. “Un buen helado no puede costar más de un euro”, expresa.
Hace dos años abrió en Manacor Lowshop, un comercio híbrido entre tienda convencional y portal de subastas on line, y ofrece a los clientes la posibilidad de poner ellos el precio final. Al frente del establecimiento está Toni Riera, un arquitecto técnico de 34 años a quien la crisis de la construcción obligó a dar un vuelco en su vida. Afirmaba, a finales de 2013, que estaba “más que satisfecho” y que en breve convertiría su negocio en franquicia.
Y las que ya lo han hecho realidad son Marta y Cristina Seguí, propietarias de Skalop, un fast food de rebozados que después de cosechar un gran éxito ha empezado a franquiciar locales. En noviembre del año pasado tenían seis restaurantes, cinco en propiedad y uno franquiciado en Inca. Además, tenían más de 200 solicitudes para nuevas franquicias. Su sueño era llegar la “meca del fast food”: Estados Unidos.