Algunas de las empresas tecnológicas más conocidas de Balears, como Habitissimo, empezaron con una idea que poco a poco se transformó en negocio en un entorno privilegiado: la Incubadora d'Empreses, un servicio que ofrece la Fundació Bit de apoyo y asesoramiento a emprendedores y empresas de reciente creación que sean de base tecnológica o tengan un componente innovador. Es el máximo exponente de la creatividad, la tecnología y la innovación en Balears y se encuentra en el Parc Bit.
“Es una incubadora de proyectos con base tecnológica, un artesano no tendría lugar, y prácticamente no rechazamos ninguna idea. Si acaso, la reorientamos y acaba incubada”, explica Miquel Bernat, gerente de la Fundació Bit, la entidad del Govern que gestiona el Parc Bit. Actualmente alberga 41 proyectos y en sus ocho años de vida ha impulsado 175.
En las oficinas se ven sobre todo jóvenes, aunque no hay máximo de edad permitida para entrar. La mayoría de proyectos son modelos basados en internet, e-commerce o plataformas de servicios turísticos, pero también hay empresas de biotecnología y medio ambiente.
Los impulsores de Vinéalo tienen veinte años y quieren producir vídeos de humor para la plataforma Vine, como un Twitter de vídeos de seis segundos. Hay expertos en desarrollo de aplicaciones para móvil, como AppLoading, y una plataforma para comprar pescado del mercado por internet, La pescateca. MeteoClim Services es el proyecto incubado más antiguo. Es una spin-off de la UIB que desarrolla modelos de estudio atmosférico y climatología, y lleva seis años.
FÍSICA O COLABORATIVA. Existen dos modalidades para la incubación: la colaborativa y la física. La incubadora colaborativa ofrece una mesa y una silla en un espacio común con limpieza, electricidad e internet por 50 euros al mes. Se puede estar incubado como máximo un año y es adecuada para proyectos que están en su etapa inicial. En la modalidad física se ofrece un espacio privado con una bonificación en el alquiler del espacio y se puede estar tres años, aunque no incluye los gastos. Aun así, ambas modalidades se pueden renovar si el proyecto no se ha acabado de desarrollar. También pueden usar las salas de reuniones y de conferencias y, lo más importante, tienen apoyo constante a la idea de negocio.
Además, la incubadora ofrece cursos incluidos en el precio de los servicios. Los incubados reciben alrededor de 50 horas de formación en mentorización, marketing, gestión fiscal, contratación de recursos humanos y búsqueda de financiación, además de diversas jornadas de networking. La Fundació Bit tiene un convenio con Palma Activa para impartir formación compartida y algunos cursos del SOIB se imparten en el Parc. “La modalidad física está llena, constantemente entran y salen proyectos, pero no sobra espacio. En la colaborativa sí, porque se inauguró el año pasado”, indica Bernat.
Tres técnicos forman y guían a los emprendedores para que lleven a cabo su idea. Manuel Guerrero, David Bustos y el coordinador Rafa Soler hacen una entrevista a los candidatos, evalúan el proyecto técnicamente y les asesoran desde el inicio de la idea hasta la puerta al mercado de su producto o servicio. Basan su ayuda en dos herramientas: el lienzo canvas que muestra la propuesta de valor del producto y el plan de empresa, de donde sale su definición, la necesidad de financiación y el plan de marketing. Al menos una vez al mes se reúnen con los emprendedores para ver el estado del proyecto.
“En la incubadora colaborativa muchos proyectos vienen en la fase semilla, con la idea y sin estar muy definida, y empiezan más de cero. Los que vienen a la física tienen mayor grado de madurez”, explica el técnico Manuel Guerrero.
Además existe el Hub, una “especie de club de empresas” que han pasado el proyecto de incubación con éxito pero no quieren perder el contacto con la incubadora, por lo que también asisten a jornadas y actividades.
PROS Y CONTRAS. Ser emprendedor y estar incubado desarrollando una idea tiene muchas ventajas, aunque no todo es color de rosa. Miquel Bernat destaca lo bueno, que es una inversión relativamente baja, máximo 600 euros al año en la modalidad colaborativa. “Has tenido apoyo, has conocido a gente, y el potencial es brutal. Puedes venir aquí las horas que quieras con una pequeña inversión y tirarte a la piscina con tu idea”. Manuel Guerrero menciona la gran dedicación que necesita, que puede ser un obstáculo: “Hay muchas ideas que te lleva dos o tres años desarrollar sin ingresar dinero, esto nos come y nos desalienta. Mucha gente se ve en su casa con una idea pero por sus circunstancias no puede hacer el esfuerzo”, comenta.
“El entorno, con personas con el mismo perfil y con ganas de hacer cosas, es muy importante. Muchos incubados empiezan nuevos proyectos con socios que han conocido aquí, y el binomio ideal es un tecnólogo y un economista”, explica Bernat.
Un miedo de todos los nuevos incubados es que les copien la idea, algo que descarta absolutamente Manuel Guerrero. “Nunca jamás nadie le ha robado la idea a otro ni se ha aprovechado del conocimiento de alguien. Sí que hay sinergias, está demostrado que el networking hace crecer los proyectos”.
Constantemente actualizan y mejoran su manera de funcionar. Molt més de 45 minuts es un nuevo formato de reunión de los incubados para “bombardearles” con información. “Traemos a gente interesante, novedades nuestras, concursos, financiación, y obligamos a presentar los últimos tres proyectos que han entrado”, indica el técnico. Preguntado por el gran éxito de Habitissimo, responde: “Nos alegramos y sobre todo nos lo pasamos muy bien con los incubados pero no te puedes emborrachar con el éxito de los demás. Tenemos que tratarlos igual y nos sentimos orgullosos de todos”.
La incubadora es un servicio público. Está financiada por la Direcció General d'Innovació de la Conselleria d'Economia i Competitivitat con 150 mil euros anuales, además de otros 60 mil que provienen de acciones financiadas por la Direcció General d'Universitats.
Ocho de cada diez proyectos (un 79%) se convierten en empresas, los dos restantes no son viables. Y la ratio de supervivencia de las empresas formadas es del 60%. Esto implica que de los 175 proyectos incubados desde su creación en 2007, 83 han llegado a buen puerto. “Aquí el fracaso no es una estigma, lo bueno es saber dónde te has equivocado y aprender de la experiencia”, concluye Miquel Bernat.