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Abarcas de lujo

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La abarca está de moda. Hace tiempo que desfila por las pasarelas y la dimensión exportadora que ha experimentando en estos últimos años es directamente proporcional al enorme trabajo que han estado haciendo los fabricantes de este típico calzado menorquín. Precisamente durante estas últimas semanas se ha hablado en Menorca de que firmas de moda como Prada o Louis Vuitton han incluido la abarca en sus colecciones a un precio que oscila entre los trescientos y los ochocientos euros. Lujo en los pies para una sandalia mediterránea que lleva tiempo haciendo su transición hacia el terreno de la moda y que con este salto al pret-a-porter demuestra su potencial en el mercado. No hay que olvidar que Abarca de Menorca es una marca que fue creada por el Consell Insular en 2010, pero ello no obsta que se pueda reproducir el estilo y su imagen sin incurrir en ningún tipo de delito. Desde el Consell siempre se ha estado apoyando al tejido industrial del calzado con el propósito de promocionar la abarca menorquina como símbolo de producto de calidad y, en este sentido, parece que se están consiguiendo frutos.

Desde luego, que alguien esté dispuesto a pagar este precio por una abarca es una excelente noticia para el sector, no solo porque contribuye a mejorar su posicionamiento sino porque a esta pequeña isla de setecientos metros cuadrados le cuesta mucho comunicar adecuadamente su valor añadido. Noticias como estas pueden ser una oportunidad de oro no solo para los fabricantes de calzado sino para estimular otros sectores que todavía viven anclados en su zona de confort, como dirían los consultores más añejos.

No digo nada nuevo si afirmo que Menorca vive un irremediable proceso de desindustrialización propiciado por un escenario competitivo que no es el mismo que hace treinta años, donde el principal obstáculo a superar era el flete marítimo. Las empresas menorquinas se enfrentan como competidor global y están obligadas a enfocar su modelo de negocio hacia el margen, como garantía de éxito o casi de supervivencia, en el que exista siempre una oferta clara de valor. Y esta oferta puede fundamentarse en el lujo pero también lo puede hacer en el sentimiento de pertenencia, en la innovación, en la tecnología o en la exclusividad de un servicio. Sin embargo, la economía de servicios que debe contribuir a que la isla de Menorca sea un destino de valor añadido está todavía muy lejos de poder presumir como lo pueden hacer hoy los fabricantes de abarcas de Menorca, que hoy lideran ventas.

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