Las cooperativas parten de valores sociales y culturales que son tradicionales, pero que se están volviendo a poner de moda. Estos mismos valores, que existen desde hace 200 años, ahora están adquiriendo una nueva apariencia. Antes nadie hablaba de colaboración, responsabilidad social o bien común, por ejemplo. Ahora, en cambio, son tendencia.
El cooperativismo vive un momento dulce. La Unesco ha añadido recientemente las cooperativas a su lista de patrimonio cultural intangible de la humanidad por su alto nivel de impacto en la creación y distribución de riqueza. Este hecho debe traducirse en una mayor protección, por parte de gobiernos y agencias mundiales, de las cooperativas y las organizaciones que velan por su continuidad.
El entorno empresarial actual con la tendencia a la globalización está haciendo replantear los cimientos sobre los que se asienta cualquier organización. Esto también afecta a las cooperativas. Llegados aquí, cabe preguntarse sobre cuáles son las perspectivas de estas empresas en la actualidad.
Las cooperativas cuentan con importantes ventajas. Por ejemplo, en épocas de recesión, defienden mejor sus puestos de trabajo, ya que tienen más flexibilidad y más capacidad, gracias a la doble condición de sus socios (empresarios-trabajadores). Por otro lado, en épocas de bonanza económica también crecen de manera significativa; en los últimos años están creando más empleo que otros modelos empresariales. Sin embargo, también pueden presentar inconvenientes; por ejemplo, ante las diferentes problemáticas planteadas a menudo a consecuencia de la salida de uno o más socios al llegar la edad de jubilación.
Para las cooperativas creadas hace más de dos décadas es el momento de reflexionar sobre el relevo generacional. Es necesario que establezcan modelos o protocolos que ayuden a abordar este tipo de situaciones mucho antes de que pueda llegar a suponer un problema para la organización, estableciendo medidas y políticas que garanticen el futuro de las cooperativas de manera eficiente.
En esta línea ha tenido que trabajar la cooperativa de enseñanza CIDE, con 50 años de historia, que recientemente se ha enfrentado a la salida de personas valiosas, tras la jubilación de algunos de sus socios más experimentados.
Es obligado reconocer el trabajo y la dedicación continuada de estos socios que durante décadas han ejercido sus funciones con entrega y entusiasmo hasta el último día. De ellos aprendimos el valor de la palabra compromiso: compromiso con la voluntad y la tarea de hacer un mundo mejor, más justo, más igualitario, más solidario. Ahora deben dejar la que ha sido su casa y nosotros, los que quedamos, debemos garantizar la continuidad de la que siempre será su cooperativa.