La empresa mallorquina Robot SA, fundada en 1983, tiene previsto salir al Mercado Alternativo Bursátil (MAB) –la Bolsa de las pequeñas y medianas empresas españolas- este octubre. Con esto se convierte en la segunda empresa balear en salir a la bolsa española. La primera y única es Meliá Hotels International, que forma parte del selectivo IBEX 35.
Cuando se creó Robot SA, la economía mundial se veía afectada por el estallido de una cuarta guerra árabe-israelí, que trajo consigo un considerable aumento de los precios del petróleo. En este contexto, cuatro accionistas se reunieron para dar forma a la empresa. Aprovecharon la oportunidad de la crisis energética que conllevaba unos costes elevadísimos para los hoteles. Así, encontraron la fórmula para optimizar las instalaciones: se gasta menos energía si se utiliza un ordenador que lo controle todo. Por aquel entonces ya comenzaba a estar más extendido el uso de los ordenadores personales (PC), y a través de estos, la empresa realizó una interfaz entre la instalación eléctrica y la maquinaria de un hotel. De este modo, se lograba que a través de un programa se pudiera arrancar y parar luces y máquinas, sin ser necesaria la intervención de una persona.
La idea principal sobre la que se asentaba Robot era, y sigue siendo, generar la energía necesaria para cada momento: agua caliente, calefacción, aire acondicionado... Así, se consiguieron ahorros del 30% en las instalaciones convencionales de los hoteles.
En 1986, tres años después de la fundación, Bernat Bonnín, accionista y actual presidente de Robot, llegaba a la empresa. “Cuando yo entré había socios que se marchaban de la empresa, era gente mayor y había mucha diferencia generacional. Otros, ya están retirados. Digamos que de los primeros, el más antiguo que queda soy yo”, cuenta el presidente.
INICIOS. El primer local que tuvieron estaba cerca de la calle Indústria, en Palma, y tenía alrededor de 200 m². Sus primeros clientes fueron los hoteles mallorquines, aunque no tardaron en saltar al exterior. “Entré a trabajar en la empresa en abril de 1986 y en noviembre del mismo año ya trabajabamos con un hotel en Israel. “Pertenecía a una cadena que estaba implantada en la isla, aunque su dueño era un judío inglés. Habíamos trabajado con ellos anteriormente en hoteles de Santa Ponça y Cala Millor”, explica Bonnín. El trabajo de la empresa consistía en controlar la producción en las zonas de máquinas y la climatización de las zonas nobles. Cuatro años después, en 1990, aparte de continuar colaborando con los hoteles de Mallorca, viajaron hasta Punta Cana con la cadena Barceló para colaborar en el hotel Barceló Bávaro Beach. “Si bien es cierto que nuestros clientes principales son los hoteles, también hemos trabajado en hospitales, edificios de oficinas y fábricas. Aunque, claro, la industria número uno en Mallorca es la hostelería, y supone el 85% de nuestros clientes”, afirma el presidente.
En 1996, la empresa se trasladó a un local más grande, 450 m², en el Molinar, hasta que en 2007 compraron y reformaron su actual nave, ubicada en el polígono de Son Rossinyol. Cuenta con 1.500 m², su propia fábrica y un departamento de I+D.
“En los primeros locales teníamos fábrica, lo que pasa que el nivel de fabricación y de producción era mucho menor. Además, no disponíamos de la maquinaria necesaria para el montaje de placas, por lo que se montaban fuera. Lo que hacíamos en el Molinar era ensamblar las piezas y luego ofrecíamos servicio de instalación y puesta en marcha en los hoteles”, recuerda el empresario. No obstante, cuando se cambiaron al presente local compraron una máquina de segunda mano con la que comenzaron a fabricar sus propias piezas. Así han logrado ser autónomos y montar sus placas sin tener que subcontratar a terceros. A día de hoy, a la primera máquina se le ha unido otra. “Llegar a donde estamos actualmente nos llevó unos cuantos años. Además, con la crisis, todo se retrasó bastante”, comenta el empresario.
Eso sí, hoy en día Robot diseña, fabrica y distribuye sus propios productos y sistemas electrónicos. “Un 50% de la empresa es fábrica y el otro 50% es servicio”, asegura el presidente de Robot.
PRODUCCIÓN. Los sistemas electrónicos que montan son equipos destinados al control de la instalación en la zona industrial -sensores de temperatura, humedad, presión, equipos que puedan arrancar/parar maquinaria-. Otros equipos son para las habitaciones -controles para manejar el clima, cambiar el color de la luz-, lo que supone la parte más domótica de la empresa. Además, todas las funciones que instalan en las habitaciones pueden ser controladas a través del teléfono móvil de los huéspedes. Ahora, tienen en cartera entre 45 y 50 referencias distintas. “Todas estas herramientas, tanto las de hardware como las de software, se fabrican en la propia empresa”, aclara el presidente. Uno de sus principales objetivos sigue siendo el ahorro energético, cuyo principal beneficiario es el propietario del hotel.
Por otra parte, la gestión, desde el punto de vista más tecnológico, está orientada al huésped, aunque “esto, al final, también repercute en clientes para el hotel, porque se favorece la calidad del servicio”, explica Bonnín.
Cuando Robot apareció en el mercado, no tenía competencia directa alguna. Luego, con el paso del tiempo, han ido surgiendo varias empresas que “son sobre todo multinacionales de Europa”, cuenta el empresario. Sin embargo, la principal diferencia es que estas empresas, a diferencia de la mallorquina, no dan servicio de instalación sino que lo subcontratan a terceros.
Todos los sistemas electrónicos que la empresa dispone dependen del tamaño y del nivel de inversión que esté dispuesto a hacer el hotelero. Un equipo sencillo, como podría ser un control de clima en las habitaciones, supondría un desembolso de 30.000 euros. En cuanto a las instalaciones de sistemas más complejos y completos -control de alumbrado, gestión de escenas y música...-, el precio puede ascender hasta los 80.000 euros. Respecto al montaje en habitaciones, el importe oscila entre los 200 y 1.500 euros por habitación. “Todo depende del presupuesto y el tamaño que tenga el hotel”, remarca.
INNOVACIÓN. La clave del éxito de Robot SA reside en la innovación. “Cuando estalló la crisis, el único departamento donde no recortamos personal fue en I+D, porque es donde se trabaja para el futuro”, explica Bonnín, para quien mantener dicho departamento es esencial. “Si no se innova en la empresa, quizá no en un año ni en dos, pero a la larga y sobre todo en el sector donde estamos, en el que los cambios son constantes, te quedas fuera del mercado en poco tiempo”. De los 35 trabajadores que componen actualmente la empresa, cinco de ellos pertenecen al departamento de Investigación. Son ingenieros de electrónica o industriales e informáticos. Además, tienen previsto aumentar en dos personas dicho departamento con el objetivo de aumentar la velocidad de los proyectos que tienen en cartera, puesto que los cambios tecnológicos suceden a una velocidad vertiginosa.
En cuanto al ciclo de vida de los productos, “todo lo que es la interfaz de usuario es lo que cambia más rápidamente porque se debe estar al día. Las unidades que van en los cuadros eléctricos normalmente tienen una vida más larga y la parte industrial todavía más, porque en estos elementos el componente estético no es tan importante”. Es decir, los productos en los que prima el componente estético -la parte más decorativa del diseño- suelen cambiarse cada tres o cinco años. Por otro lado, los componentes de los sistemas eléctricos ascienden hasta los diez años.
Robot prepara el futuro y mantiene en marcha variados proyectos.
Por el momento trabajan “en diferentes cosas a la vez”. Por un lado, se atienden a futuras mejoras para los productos existentes, y por otro, se innova. “Nosotros trabajamos con cadenas hoteleras que renuevan con frecuencia los mecanismos, o acometen reformas o adquieren nuevos hoteles, por lo que siempre hay proyectos en cartera”, expone Bonnín.
Aparte de innovar, no dejar de lado la sostenibilidad medioambiental. “Conforme a la norma UNE-EN ISO 14001, somos muy conscientes del tema del reciclaje y la gestión de residuos”, concluye Bonnín. Esta norma, recogida en el Sistema de Gestión Ambiental, posiciona a las organizaciones como socialmente responsables, diferenciándolas del resto y reforzando de manera positiva la imagen ante clientes y consumidores.