Uno de los serios problemas a los que se enfrenta nuestro Sistema Nacional de Salud (SNS) es la escasez de profesionales sanitarios, especialmente médicos. Esta situación no tiene vías de solución inmediata y se verá agravada en los próximos años. El Consejo Económico y Social estatal, en su informe de 2018, sitúa el déficit de estos profesionales sobre el 2,9%. Para el año 2030 se estima que el porcentaje quedará estabilizado en el 12%. La OCDE también advierte de este acuciante problema y en un reciente informe aboga por el uso de la telemedicina para contribuir a su resolución.
El déficit de profesionales sanitarios no es exclusivo del sector público. Lo sufre también el sector privado. Tampoco es propio de nuestro SNS: Francia, Portugal y, cómo no, Alemania, además de nuestro querido Reino Unido, padecen, en distintos grados, la misma enfermedad.
Para paliar la escasez de profesionales, algunos han buscado la solución en la llamada economía colaborativa, juntamente con las tecnologías de última generación. Un mecanismo que puede, sino solucionar, sí ofrecer ayuda ante las situaciones críticas que genera la falta de un recurso esencial de los sistemas sanitarios. Un problema que cohabita, además, con una demanda asistencial creciente.
El Ministerio de Sanidad británico creó, ya en 2017, una app que permitía a los profesionales sanitarios inscribirse y ofrecer sus servicios al NHS, el servicio público de salud de Reino Unido. Es la llamada uberización del trabajo. El término uberización proviene de la empresa estadounidense Uber, que tiene por cometido poner en contacto mediante una plataforma tecnológica a conductores con vehículo con personas que requieren de un servicio de transporte. Otro ejemplo de uberización en sanidad es la plataforma Babylon Health, proveedor del NHS, que ofrece inmediatez en la prestación de sus servicios. Parece que el virus llamado uberización se va transmitiendo de sector económico en sector económico y que la coyuntura socioeconómica actual actúa como vector de propagación.
Llama la atención que una situación de escasez de profesionales pretenda paliarse a través de un mecanismo que, a criterio de muchos, especialmente las organizaciones sindicales, es sinónimo de oferta laboral precaria cuando parece que debería ocurrir al contrario, es decir, ofertas laborales, estables, tremendamente atractivas aderezadas con lucrativos sueldos. Sin embargo, los defensores de este nuevo modelo ven beneficios para el paciente y para el profesional sanitario. Para el consumidor, la principal ventaja es la enorme accesibilidad y sobre todo inmediatez de servicio -el aquí y ahora-. Mientras que el profesional puede huir de las rigideces de los sistemas tradicionales de contratación y gozar de mucha flexibilidad -trabajo cuando quiero-. El debate está servido.