La inflación corre desbocada y es una de las mayores amenazas que acechan a la recuperación. El pasado 2021 finalizó con un incremento del Índice de Precios al Consumo (IPC) del 6,5% en España, el mayor desde 1992. El dato fue exactamente el mismo en Balears, un 6,5%. La inflación estaba controlada en España y las Islas desde hace años, pero el aumento experimentado en 2021 fue, además de inesperado, muy alto.
En 2020, un año marcado por la pandemia, los precios experimentaron un retroceso del 0,4%. El ya lejano 2012 fue el último año en el que los precios subieron por encima del 3%, concretamente un 3,1%. Desde entonces, tanto en Balears, como en España, el incremento ha sido muy leve, con dos años de retroceso, un 0,8% menos en 2014 y un 0,4% en 2020.
Por comunidades, Balears no fue una de las más inflacionistas en 2021. Ni lo contrario. Fue la única que calcó exactamente el incremento del conjunto de España (6,5%). En 2021, las comunidades que experimentaron un mayor incremento de los precios fueron Castilla-La Mancha (7,6%), Castilla y León (7,3%) y Aragón (7,2%). En el lado opuesto, las menos inflacionistas fueron la ciudad autónoma de Ceuta (5,5%) y las comunidades de Canarias (5,8%) Catalunya (6,1%), Madrid (6,2%) y Asturias (6,2%).
El precio de la electricidad y los carburantes es el gran responsable de la inflación alta del pasado año. En este sentido, el precio de la electricidad ha estado desbocado durante gran parte del año y los esfuerzos del gobierno de Pedro Sánchez por mitigar el impacto de la subida han sido casi baldíos.
El análisis del IPC por grupos ya indica qué productos son los responsables de los incrementos. En este sentido, el grupo formado por vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles se incrementó un 22,5% en Balears durante el pasado 2021. El transporte es el otro grupo con mayor incremento, un 9,5%. El aumento de estos productos conlleva siempre, y más pronto que tarde, el aumento generalizado de los precios. El único grupo en el que han bajado los precios es el de las comunicaciones, que ha experimentado un retroceso del 0,2% respecto al año anterior.
Poniendo el foco en los 29 grupos especiales, la información es muy clara: el incremento de los productos energéticos destaca por encima de cualquier otro. El incremento experimentado en 2021 fue del 41,5%. El segundo grupo especial más inflacionista es el de los alimentos no elaborados y productos energético con un aumento del 25,7%, seguido de carburantes y combustibles con un incremento del 23,1%.
Por subgrupos, el más inflacionista con un 60,8% es el de la electricidad, el gas y otros combustibles. Destacan también los servicios financieros con un aumento del 10,6% o de las bebidas no alcohólicas con un 9,9%. El subgrupo de los alimentos aumentó un 4,8%.
En todo caso, los precios por rúbricas, que son los elementos del índice más detallados y concretos que ofrece el Instituto Nacional de Estadística, el mayor incremento registrado en 2021 en Balears es el de la calefacción el alumbrado y la distribución de agua con un 49,4%. También por encima de los dos dígitos incrementaron sus precios los aceites y las grasas (27,9%), la carne de ovino (20,3%) y el agua mineral, los refrescos y los zumos (11,6%).
Las rúbricas que han experimentado durante el pasado año un retroceso en sus precios son escasas. Destacan, por ejemplo, las patatas y sus preparados (-2,4%) y las prendas de vestir de mujer (-1,1%).
¿HAY SOLUCIÓN? La inflacion es un problema, ya que puede llegar a amenazar a la recuperación económica tras la pandemia. De hecho, una alta inflación provocará una ralentización del crecimiento económico. Provoca una pérdida de poder adquisitivo, que puede llegar a ser muy preocupante si se prolonga en el tiempo, puesto que puede acabar afectando al consumo. En este sentido, y aunque hay sueldos vinculados al IPC, son muchos los trabajadores que perderán poder adquisitivo. Además, el hecho de que los tipos de interés también estén bajos hace que los ahorros también pierdan valor.
La teoría para mitigar o acabar con la inflación es clara y la receta no tiene grandes secretos. Una inflación disparada, y más aún con una tasa de paro controlada, requiere una subida de tipos de interés. Es la fórmula tradicional, la que se ha empleado tradicionalmente. En este sentido, la Reserva Federal de Estados Unidos -su banco central- ha anunciado una retirada de estímulos más rápida de lo previsto. Además, ha confirmado sus planes de subida de tipos de interés con tres ajustes en este 2022. La primera llegará, previsiblemente, en marzo. O al menos así está anunciado. El Banco de los Inglaterra y el Banco de Noruega han confirmado también subidas de tipos para combatir la inflación. Eso sí, el Banco Central Europeo no tiene prevista en el corto plazo ninguna subida de tipos. En este sentido, las previsiones apuntan a que, en todo caso, el BCE podría subir los tipos a finales de 2023.
Son muchos los economistas que defienden que la inflación no está relacionada en esta oportunidad con un incremento de la demanda. Auguran así que un aumento de los tipos de interés no solucionará el problema en esta oportunidad, pese a la decisión adoptada por la Reserva Federal de Estados Unidos o los bancos centrales de Inglaterra y Noruega.
Sea como sea, hoy por hoy la inflación puede relacionarse de forma directa con los problemas geopolíticos europeos y la crisis entre Rusia y Ucrania y no con un exagerado aumento de la demanda. El incremento del precio del gas y de los carburantes se debe en gran parte al conflicto, que nadie sabe aún a ciencia cierta qué desenlace tendrá. Los expertos apuntan a que la inflación, provocada por el incremento del precio del gas y los carburantes, se mantendrá alta hasta mediados de año, pero que remitirá en los últimos meses del año y que durante 2023 estará ya bajo control.
El gran peligro es que acabe afectando a la recuperación económica y que sume a Europa, España y Balears en una nueva crisis. Los economistas, en general, consideran que la inflación actual es coyuntural, insisten en que no hace falta subir los tipos de interés a corto plazo. Auguran, en este sentido, que antes de que finalice 2022 la inflación se situará de nuevo en torno al 2%.
El economista Antoni Alcover ya especulaba antes de que acabara el pasado año con la posibilidad de que se entraría en una época de estanflación. Explicaba que el término se utiliza para denominar al fenómeno consistente en un estancamiento económico prolongado con una alta inflación.