Sa Llotja nació ante la necesidad de dar un giro a la manera de comercializar productos pesqueros locales que se había venido haciendo hasta fecha. Los cambios sociales, los cambios de hábitos, la irrupción de grandes superficies que se habían instalado en la isla, y la fuerte competencia del pescado y marisco venido de fuera, empujaron a un grupo de pescadores y mariscadores de Menorca a repensar las formas de comercializar sus productos locales. Una alianza forjada en 2013 con un objetivo común, el de conseguir la venta directa directamente de la barca hasta al consumidor sin tener que pasar por ningún intermediario, cuyo resultado fue la creación de la Societat d'Armadors i Mariscadors Port Maó SL. Una década después, Sa Llotja se ha convertido en todo un referente para particulares, mayoristas y restauradores con tres puntos de venta en la Isla, una facturación de más de dos millones de euros y trece personas empleadas. En 2023 despacharon 150 toneladas de pescado.
ORIGEN. Existe un aforismo en el mundo del management que dice que si vas solo, llegarás más rápido pero si lo haces acompañado, lo harás más lejos y en este sentido, la pescadería de Sa Llotja es un gran ejemplo de este asociacionismo que puso de acuerdo a dos armadores de artes menores, un mariscador y dos de barca de arrastre para impulsar un proyecto que pretendía dignificar el trabajo del pescador, consiguiendo un precio más justo para sus productos. Una iniciativa que en su momento se había intentado cuajar sin éxito en la Cofradía de Pescadores de Maó para crear un lugar de venta común de todos los pescadores.
«La propuesta de sacarlo adelante se votó en asamblea general pero al final, el resultado fue que no», explica Rafel Quintana, socio y gerente de Sa Llotja. «Los seis que estábamos convencidos que dejar de competir entre nosotros de manera individual nos ayudaría a luchar en mejores condiciones ante la competencia del pescado que viene de fuera y de las grandes superficies comerciales nos lanzamos a por el proyecto», detalla Quintana.
Como ubicación de Sa Llotja se optó a un local de 260 metros cuadrados en concesión de Autoridad Portuaria de Balears, justo en primera línea del puerto de Maó. «El hecho de estar al lado de nuestras barcas de pesca, escenificaba de algún modo el cambio de mentalidad al que aspirábamos, dejando de vivir de espaldas al mar, promoviendo la cultura marinera y aprovechando los recursos del Mediterráneo», comenta el gerente de Sa Llotja. «Actualmente nuestros productos provienen de cuatro barcas de arrastre, tres de Maó y una de Ciutadella, diez barcas de artes menores, cinco de las cuáles de Maó y cinco de Ciutadella. También contamos con dos mariscadores que nos traen ortigas y respecto a los moluscos, provienen de las Mejilloneras González, también socios de Sa Llotja, una empresa familiar fundada hace más de 70 años que fue pionera en la cría de mejillones y almejas en el Puerto de Maó», detalla.
EVOLUCIÓN. En 2017 llevaron a cabo una mejora substancial de la zona de venta al por mayor en la que despachan a los restaurantes y mayoristas, una inversión que pudieron afrontar gracias a una ayuda obtenida de fondos europeos mediante el Grupo de Acción Local de Pesca de Menorca que sirvió para modernizar sus instalaciones. «Actualmente disponemos de una cámara de conservación de frío positivo y una de congelación además de una máquina envasadora y tres picadoras de hielo, pero necesitaríamos crecer para facilitar las labores de elaboración y congelación que llevamos a cabo», comenta.
Y es que las capturas y las ventas son muy variables y por ello, miran de aprovechar los excedentes bien mediante la congelación o con la producción de algún producto alimenticio. «Comercializamos un fumet de pescado que se encargan de preparar en el obrador de s'Ambosta, en Es Mercadal. También tenemos unas croquetas de pulpo que nos elabora una empresa especializada de Girona», explica Rafel Quintana. Durante la pandemia, que paralizó toda la actividad de restauración, iniciaron un proyecto de venta a domicilio de pescado fresco que comercializaban a través de un grupo de WhatsApp que les permitió dar salida al producto pescado.
«Tras el regreso a la normalidad, no hemos sido capaces de dar continuidad a este servicio y es una de nuestras asignaturas pendientes», comenta el gerente. Otro de los retos es también poder encontrar personal cualificado que sepa limpiar, filetear y preparar el pescado que se vende. «Tenemos un equipo joven del que estamos muy orgullosos pero cuando te planteas abrir algún punto de venta nuevo, tienes el hándicap de poder encontrar quien esté dispuesto a encargarse», añade.
ACTIVIDAD. El día a día en la pescadería de Sa Llotja empieza sobre las 5.30 de la mañana, cuando llevan a cabo el primer reparto de género al Mercat des Peix de Maó, donde tienen un puesto de venta y posteriormente, en el supermercado local de la Cooperativa San Crispín en Alaior, en el que también disponen de un puesto de venta de martes a sábado. La pescadería de Sa Llotja abre de lunes a sábado, si bien las tardes, cuando las barcas llegan a puerto, son los momentos de mayor afluencia de público. En el caso de mayoristas y restaurantes, aprovechan más durante la mañana para proveerse.
«La venta de pescado va muy en función de las capturas porque estamos hablando de un producto salvaje, que tiene sus ciclos y momentos de mayor o menor abundancia. La gamba es el producto estrella y el que más vendemos durante todo el año. La estacionalidad turística de la Isla también marca nuestros ritmos, ya que no es lo mismo en verano que en invierno. En verano, como que es temporada de pesca de langosta, no hay tanto pescado en los mercados como en invierno. En este sentido, un día por semana nos llega de fuera mientras que en verano, pueden llegar a ser dos días a la semana. Estamos hablando de productos como el salmón, las sardinas, los mariscos gallegos u otras capturas que no las tienes todo el año pero que son un complemento al pescado de la Isla. Si miramos nuestras estadísticas, te puedo confirmar que un 26 por ciento del pescado que nosotros vendemos proviene de fuera de Menorca y un 74 por ciento es fruto de nuestras capturas», concluye el gerente de Sa Llotja.