La gestión de la diversidad generacional preocupa cada vez más a las organizaciones. El reto es integrar a distintas generaciones en un mismo entorno laboral, donde jóvenes que inician sus carreras conviven con personas sénior con décadas de experiencia. Aunque hay diferencias reales entre Baby Boomers, Generación X, Millennials y Generación Z, también abundan estereotipos que simplifican la realidad. Es común pensar que la gente joven no se compromete o que la gente mayor no maneja bien la tecnología, prejuicios que afectan a las relaciones intergeneracionales. Si no fomentamos la colaboración, las consecuencias pueden ser graves: imaginemos un futuro en el que la siguiente generación no esté preparada para asumir las responsabilidades clave cuando la generación actual se jubile. Este escenario es preocupante y, sin duda, no es el futuro que queremos. ¿Cómo podemos aprovechar las diferencias generacionales y aumentar su colaboración?
El primer paso es desarrollar programas de sensibilización que desmonten los estereotipos generacionales, mostrando que cada generación tiene fortalezas y promoviendo un entorno inclusivo donde se valoren las habilidades de todas las personas. El diseño del trabajo es fundamental para ajustar las características del puesto a las necesidades de cada generación. Estudios recientes han demostrado que lo que cambia a lo largo de la vida son las prioridades. Las personas jóvenes, al iniciar su carrera, suelen estar más enfocadas en aprender y en conseguir estabilidad económica. Las personas séniors, por otro lado, pueden haber resuelto ya esas necesidades y se preocupan más por encontrar significado en su trabajo y por mantener un equilibrio entre lo personal y lo profesional. También es importante adaptar las prácticas de recursos humanos a las diferentes generaciones, por ejemplo, los programas de formación, actualización y desarrollo de carrera, distintos tipos de incentivos, etc. Además, es crucial ofrecer condiciones laborales flexibles adaptadas a cada generación, por ejemplo, horarios reducidos o flexibles, así como teletrabajo.
Otro aspecto clave es la comunicación adaptada. Cada generación tiene sus preferencias: los Baby Boomers suelen inclinarse por interacciones cara a cara o llamadas telefónicas, mientras que los Millennials y la Generación Z prefieren la comunicación digital. Complementando la mentoría tradicional, donde las personas sénior transmiten su experiencia y sabiduría, existe la mentoría inversa, una técnica eficaz donde las personas jóvenes comparten sus conocimientos tecnológicos o nuevas formas de trabajar con las personas sénior. Este intercambio no solo reduce la brecha generacional, sino que enriquece a todas las personas del equipo.
¿Estamos preparando a los/as jóvenes para el futuro o estamos dejando que la experiencia de los/as sénior se pierda sin aprovecharla? No podemos permitirnos perder lo mejor de cada generación.