Hace años, la portada de una revista solía estar reservada a estrellas de cine, deportistas o políticos. Hoy, también puede ocuparla un chico de 23 años que juega en directo a videojuegos desde su habitación. Se llama Kai Cenat y es uno de los streamers más vistos del mundo. Acaba de ser elegido como uno de los 100 creadores más influyentes del planeta, según la revista TIME.
Por primera vez, la publicación ha lanzado su lista TIME100 Creators, dedicada exclusivamente a personas que han construido comunidades millonarias desde las redes sociales. El listado incluye perfiles de 15 países y mezcla a gigantes como MrBeast o Charli D’Amelio con nuevas voces que están moldeando discursos políticos, culturales o económicos con un vídeo, un podcast o un meme.
Durante la pandemia, el tiempo frente a la pantalla se disparó. Pero el dato que lo cambia todo llegó después: en 2024, el usuario medio pasaba más de dos horas y media al día consumiendo contenidos de otras personas. No medios. No televisión. Personas. Lo que hace una década era visto como entretenimiento de nicho se ha convertido en una industria cultural y económica multimillonaria, más rápida y directa que cualquier medio tradicional.
Pero esta visibilidad también tiene un coste. Cenat, por ejemplo, ha hablado abiertamente de la ansiedad que arrastra desde que empezó a emitir en directo casi a diario. La presión por gustar, por responder a la audiencia, por no parar. El aplauso digital no descansa y son muchos los viven atrapados entre la exposición y la necesidad constante de crear. Los nuevos referentes no necesitan un plató, un contrato televisivo o una discográfica. Solo una conexión estable, una comunidad fiel y algo que decir. Y millones de personas están dispuestas a escucharles. Se estima que existen alrededor de 67 millones de creadores, en una industria que crece a un ritmo cinco veces superior al de los medios convencionales.