El papa Benedicto XVI llegó ayer a Edimburgo para iniciar una visita oficial y pastoral de cuatro días al Reino Unido, la primera de Estado de un Pontífice a ese país desde que el rey Enrique VIII rompiera con Roma en el año 1534.
El Papa reconoció por primera vez la responsabilidad la Iglesia en su conjunto a la hora de afrontar los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes.
Camino del Reino Unido, otro de los lugares donde se registraron en los últimos años numerosos casos de curas pederastas, el Papa volvió a referirse a estos escándalos. «Tengo que decir que siento una gran tristeza. Tristeza también porque la autoridad de la Iglesia no ha sido lo suficientemente vigilante, ni suficientemente veloz, ni decidida, para tomar las medidas necesarias», dijo, y agregó que, por todo ello, «estamos en un momento de penitencia, de humildad y de renovada sinceridad».
Para el Pontífice, lo más importante son las víctimas, «ayudarlas para que puedan superar el trauma, recuperar la vida y la confianza en el mensaje de Cristo».
Durante un breve discurso público en inglés ante la reina Isabel II, tras hacer un repaso a acontecimientos históricos y recordar las profundas raíces cristianas de los ingleses, les pidió que mantengan siempre su respeto por los valores tradicionales y culturales ante algunas «formas más agresivas de secularismo» que ya no los «aprecian o siquiera toleran».