La tragedia vivida el lunes en el aeropuerto de Domodédovo amenaza con tener consecuencias políticas en Rusia. Por un lado, el primer ministro, Vladímir Putin, anunció una «venganza inevitable», mientras que el presidente, Dimitri Medvédev, exigió al Ministerio de Interior dimisiones dentro del departamento de seguridad en el transporte.
«Los terroristas pagarán por este acto cruel y sin sentido», aseguró Putin, que tras visitar con Dmitri Medvédev en los hospitales de Moscú a los heridos, prometió a los familiares de las víctimas indemnizaciones de unos 75.000 euros.
Medvédev exigió además al FSB, principal órgano en la lucha contra el terrorismo, que «dirima responsabilidades en relación con altos cargos del mismo cuerpo». «En 2010 el número de atentados aumentó. Para el FSB, al igual que para otros cuerpos de seguridad del Estado, esta es la advertencia más alarmante».
«Reinaba la anarquía»
Asimismo, ordeno al Gobierno de Putin que tome medidas en relación a los funcionarios del Ejecutivo encargados de garantizar el orden en transporte, y afirmó que en el aeropuerto de Domodédovo reinaba la anarquía. «Los datos de los que disponemos reflejan que en el lugar del atentado sencillamente reinaba la anarquía. Entraban desde cualquier lugar, el control de acceso era, en el mejor de los casos, parcial y no afectaba a aquellos que recibían a los pasajeros», declaró.
Por otro lado, el alcalde de Moscú, Serguei Sobyanin, declaró para hoy miércoles un día oficial de luto en la capital rusa.
El atentado pudo ser cometido por dos terroristas, un hombre y una mujer, que contaron con la colaboración de al menos otras tres personas, según indican las investigaciones preliminares adelantadas por las fuerzas de seguridad rusas.
La bomba utilizada posiblemente estalló antes de tiempo. «La explosión ocurrió en el momento en que la supuesta terrorista abrió un maletín», indicaron fuentes de seguridad a la agencia estatal RIA Novosti.