El Departamento de Defensa estadounidense informó ayer de que está reposicionando sus fuerzas militares en el Mediterráneo y aproximando varios buques militares a la zona de Libia para actuar «en caso necesario», después de que el presidente norteamericano, Barak Obama, reclamara la renuncia del líder libio, Muamar Gadafi.
Además, EE UU y algunos de sus aliados europeos han abierto la puerta a la imposición de una zona de exclusión aérea sobre Libia con objeto de impedir que el régimen de Muamar el Gadafi vuelva a bombardear a su pueblo. El presidente Obama planteó esa posibilidad al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, para que esa medida tenga el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Mientras, Gadafi, cada vez más aislado en su feudo de Trípoli y presionado por la comunidad internacional, encargó ayer al responsable de los servicios secretos exteriores, Buzid Durda, dialogar con los rebeldes del este del país, una petición que no ha hallado ningún eco en las fuerzas opositoras.
Pero al tiempo que encargaba diálogo, Gadafi ordenaba a sus fuerzas aéreas atacar varias zonas del país en poder de los rebeldes.
Sin embargo, los rebeldes siguen Al menos dos helicópteros de las fuerzas de seguridad fieles al régimen fueron derribados cerca de la ciudad de Misrata, la tercera en importancia del país.
Los rebeldes que luchan siguen sumando victorias militares en su avance hacia Trípoli, último bastión del régimen libio. Después de tomar la ciudad de Zauiya, situada 50 kilómetros al oste de la capital, los insurgentes parecen haberse hecho fuertes en Misrata. Los opositores lograron repeler varios contraataques y derribaron un helicóptero capturando a sus tripulantes.
Por su parte, la embajadora de EEUU ante la ONU, Susan Rice, afirma que Gadafi suena enajenado y «desconectado de la realidad» tras afirmar en una entrevista que su pueblo le ama y moriría por él.