Los líderes de las principales economías del mundo se pusieron de acuerdo ayer sobre la idea de que la austeridad, por sí sola, no puede resolver la grave crisis de Europa y en que ha llegado la hora de impulsar el crecimiento. Finalmente, la canciller alemana, Angela Merkel, suavizó su posición y aceptó que la estrategia del estímulo económico como conclusión de la cumbre del G8.
«Es imperativo favorecer el crecimiento y la creación de empleo», subraya la declaración final. «Nos comprometemos a tomar todas las medidas necesarias para fortalecer nuestras economías y combatir las tensiones financieras, reconociendo que las medidas adecuadas no son las mismas para cada uno de nosotros», añade el documento.
Con sus invitados sentados alrededor de una modesta mesa de trabajo en el ambiente rural de Camp David, el presidente Barack Obama afirmó: «Todos estamos absolutamente comprometidos en que el crecimiento y la estabilidad y la consolidación fiscal son parte de un mismo paquete para conseguir la prosperidad de nuestros ciudadanos, que es lo que todos buscamos».
Asentimiento
Merkel y el primer ministro británico, David Cameron, asintieron con la cabeza al escuchar esas palabras. El presidente francés, François Hollande, ya las había respaldado un día antes en un encuentro privado en la Casa Blanca.
El presidente norteamericano venía buscando esa estrategia desde hace tiempo. Es la misma que ha aplicado en EEUU con relativo éxito. Pero nunca había podido trasladarla a Europa porque no encontraba en ese continente el ambiente propicio. Eso parece haber cambiado.
La llegada de Hollande, unida a la comprobación de que las medidas de ajuste están condenando a los países europeos a la recesión económica y, como consecuencia, a la agudización de sus problemas de deuda soberana, parecen haber movido el péndulo en la dirección contraria.