El presidente sirio, Bachar al Asad, aseguró ayer que su país atraviesa por «un verdadero estado de guerra», en un discurso durante la ceremonia de juramento del nuevo Gobierno sirio.
«Estamos viviendo un verdadero estado de guerra con todas sus características y en todo el sentido de esta palabra», subrayó el mandatario, cuya alocución citó la agencia de noticias oficial siria Sana.
A este respecto, Al Asad subrayó que en la situación actual todas las políticas gubernamentales «tienen que estar dirigidas a vencer en esa guerra».
El pasado 12 de junio, el subsecretario general para Operaciones de Paz de la ONU, el francés Hervé Ladsous, dijo que la situación de Siria era ya de guerra civil con «un enorme aumento de la violencia».
En respuesta, las autoridades de Damasco dijeron un día después que el término guerra civil «no se adecúa a la realidad» de Siria, donde, en su opinión, hay un conflicto contra grupos terroristas.
La ONU decidió ayer mantener suspendidas las operaciones de los observadores en Siria debido a que la violencia no cesa en ese país, según anunció el propio Ladsous.
El responsable argumentó que las condiciones sobre el terreno son aún «demasiado peligrosas» para los militares desarmados que integran la Misión de Supervisión de Naciones Unidas en Siria (UNSMIS).
Según datos de la ONU, más de 11.000 personas han perdido la vida en Siria desde que en marzo de 2011 estallaran protestas populares que han sido reprimidas por el régimen a sangre y fuego.
Los cerca de 16 meses de violencia continuada han obligado a decenas de miles de personas a desplazarse de forma interna y a unos 60.000 más a buscar refugio en los países vecinos, principalmente Jordania, Turquía y el Líbano.
La oposición eleva el número de víctimas mortales a 15.000, mientras que diversas organizaciones humanitarias advierten que más de un millón de personas necesitan asistencia para poder sobrevivir.