El primer ministro de Italia, Mario Monti, presentó hoy su dimisión como jefe del Gobierno al presidente de la República italiana, Giorgio Napolitano, tras trece meses al frente de un Ejecutivo tecnócrata investido para reconducir las finanzas y la economía del país.
Según informó la Presidencia de la República, Monti formalizó este viernes su renuncia, que ya anunció el pasado 8 de diciembre a Napolitano después de que el Pueblo de la Libertad (PDL), el partido de su predecesor, Silvio Berlusconi, le retiró el apoyo parlamentario, con lo que dio por concluida la experiencia del Gobierno tecnócrata, que llegó al poder en noviembre de 2011.
«El presidente de la República, Giorgio Napolitano, recibió hoy (...) al presidente del Consejo de Ministros, senador Mario Monti, el cual, tras haber finalizado el trámite parlamentario de los presupuestos del Estado, ha presentado la dimisión del Gobierno que preside, ya anunciada como irrevocable», reza una nota de la Presidencia de la República.
«El presidente de la República ha tomado nota de la dimisión y ha invitado al Gobierno a permanecer en funciones para el despacho de los asuntos corrientes. El jefe del Estado consultará a los presidente de los grupos parlamentarios en la jornada de mañana», concluye.
Monti, de 69 años, cumplió con los plazos que se había dado tras anunciar a Napolitano su intención de dimitir, pues formalizó la renuncia una vez que el Parlamento dio hoy mismo el visto bueno a los presupuestos generales del Estado para 2013, en la tercera lectura parlamentaria, celebrada en la Cámara de los Diputados.
El excomisario europeo acudió también hoy al que fue su último acto público como primer ministro de Italia, la tradicional conferencia de embajadores en Roma, en el que defendió el trabajo realizado por su Gobierno en los últimos trece meses y recibió un caluroso aplauso por parte de los diplomáticos.
Según Monti, esa tarea de Gobierno, desempeñada durante unos meses «difíciles, pero fascinantes», ha hecho que Italia sea «más fiable, además de más competitiva y atractiva para los inversores extranjeros» y también ha permitido que la «situación de Europa y del euro haya mejorado notablemente».
Después de ese acto, el hasta ahora jefe del Gobierno celebró su último Consejo de Ministros de la legislatura, que duró poco más de un cuarto de hora y en el que aprobó un decreto legislativo (que tenía ya el visto bueno del Parlamento) para impedir que a las elecciones se presenten candidatos con condenas de prisión en firme superiores a dos años.
Tras la dimisión de Monti, Napolitano se reunirá mañana con los grupos parlamentarios para después firmar previsiblemente el decreto para la disolución del Parlamento, tras lo que se convocarán oficialmente las elecciones, cuya fecha «más idónea» es, a juicio de Napolitano, el 24 de febrero de 2013.
Todavía queda por despejarse una de las mayores incógnitas de los últimos meses en la vida política italiana: si Monti, que en este tiempo ha contado con el apoyo incondicional de las autoridades comunitarias y la canciller alemana, Ángela Merkel, concurrirá o no a esas elecciones generales, algo que puede anunciar ya este domingo en la tradicional rueda de prensa de fin de año.
Algunos medios italianos dan por hecho que Monti será el candidato a primer ministro de las listas de varios movimientos de centro, entre ellos el del presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo, alejado del partido de Berlusconi.
Con esta renuncia, Monti pone fin a trece meses de Gobierno tecnócrata, que comenzó en noviembre de 2011 después de ser llamado a sustituir a Berlusconi, quien se vio obligado a dimitir al perder el apoyo de la mayoría parlamentaria en medio de las turbulencias de los mercados sobre la incertidumbre financiera de Italia.
En todos estos meses, Monti, quien pone fin ahora también a una legislatura que comenzó en 2008 con la victoria electoral de Berlusconi, ha contado con el apoyo de la mayoría de grupos parlamentarios, a excepción de la oposición del partido progresista Italia de los Valores y de la secesionista Liga Norte.
La tarea del hasta ahora primer ministro tecnócrata se ha centrado en acometer reformas estructurales, con un plan de ajuste de más de 30.000 millones de euros al poco de llegar al Gobierno, para recuperar la confianza de los mercados en Italia, un trabajo que desde Bruselas piden que el país siga acometiendo durante la próxima legislatura.