Miles de venezolanos tomaron hoy las calles de Caracas para dar su último adiós al presidente, Hugo Chávez, con palabras y demostraciones de desconsuelo por la pérdida de un líder que consideran insustituible y cuyo legado prometieron seguir.
Escoltado por miembros del Gobierno y de la Guardia de Honor Presidencial, el coche fúnebre con el féretro de Chávez cubierto con la bandera nacional avanzaba hoy por las calles de la capital entre una sentida marea roja que le mandaba besos y le prometía fidelidad y amor eterno.
«Te amaré por siempre, mi padre», se leía en uno de los improvisados carteles que lucían los simpatizantes del presidente, fallecido ayer a los 58 años tras luchar contra el cáncer desde junio de 2011.
«Ay, mi Chávez... ¡Mi Chávez!», lloraba desconsolada Rosa Valera, una jubilada de 69 años, al ver pasar el féretro del mandatario, cubierto de flores amarillas y blancas y una gran bandera venezolana, en las inmediaciones del hospital militar de Caracas.
Pequeños, adultos y mayores acompañaron la comitiva fúnebre con banderas venezolanas, fotografías, cuadros y camisetas con imágenes del gobernante, dando mensajes de apoyo al Ejecutivo.
«¡Estamos con ustedes!», exclamaban los chavistas cada vez que divisaban a algún ministro o alto dirigente político.
El duelo general, patente también en los rostros de soldados que resguardaban la seguridad ciudadana y de los propios ministros, contrastaba con la habitual música llanera, las fanfarrias y canciones de batalla que no dejaron de sonar en este día triste.
«Yo vengo con un corazón en la mano. Creo que no podría vivir el resto de mi vida si no acompañaba al presidente, por lo menos, en este último paseo (...) pues su cuerpo ya yace en un ataúd», decía en un mar de lágrimas Alfredo Bozo, un ingeniero civil de 45 años, junto a su esposa.
A la espera de llegar a la Academia Militar, donde se instalará la capilla ardiente antes de que el viernes se celebre el funeral de Estado, la comitiva fúnebre se encaminaba hacia uno de sus momentos culminantes, en el paseo de Los Próceres, sitio reservado para grandes desfiles militares.
Muchos seguidores esperaban cumplir a pie esos 6,3 kilómetros de recorrido bajo un inclemente sol, en un acto de tributo a un presidente que dejará una huella imborrable en el país y que para no pocos ya es casi un mito.