Las negociaciones de paz para Siria se iniciaron con un masivo apoyo internacional, pero con señales que anticipan que llevará mucho tiempo aproximar los objetivos del gobierno y de la oposición, que ayer se acusaron mutuamente de ser los responsables de la catástrofe del país árabe. Pese a todo las dos partes se mostraron abiertas a una tregua parcial
El líder opositor Ahmad Yarba recriminó al Gobierno de Bachar Al Asad la responsabilidad de la muerte de 200.000 civiles, por lo que no hay otra solución que «ponerle de lado, al igual que a todos los símbolos de su régimen».
Yarba, presidente de la Coalición Nacional Siria (CNFROS) -una alianza de grupos opositores que sufrió pérdidas importantes por su decisión de participar en este proceso-, será el interlocutor del ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Walid Muallem, en las negociaciones.
Por primera vez hoy, en la inauguración de esta primera ronda de conversaciones -conocida como Ginebra 2-, Gobierno y oposición se sentaron en la misma sala, arropados por delegaciones de otros cuarenta países que llegaron a Montreux para declarar su apoyo al retorno de la paz en Siria.
Sin embargo, el ministro Muallem arremetió en su discurso de apertura contra la CNFROS, a cuyos dirigentes acusó de hospedarse en hoteles de cinco estrellas y ejercer la posición desde el extranjero, «mientras el pueblo sirio está siendo masacrado».
Desde dentro
«Los que dicen hablar en nombre del pueblo sirio deberían hacerlo desde dentro de nuestras fronteras, viviendo en sus casas destruidas y enviando a sus hijos a la escuela sin saber si volverán a salvo», agregó.
Frente a esta profunda división, el mediador del proceso, el experimentado diplomático argelino, Lajdar Brahimi, reconoció ante la prensa que no hay que hacerse ilusiones: «Será muy difícil y tendremos que trabajar duro».
«Hay una profunda división entre las delegaciones (sirias), una habla de terrorismo y la otra de formar un gobierno de transición», comentó.
Por ello, el mediador decidió a última hora adelantar el inicio de las negociaciones, previstas a partir del viernes, en una primera fase que puede durar entre siete y diez días.