El Gobierno sirio y la oposición concluyeron sin «ningún progreso», como dijo el mediador Lajdar Brahimi, su primera ronda de negociaciones antes de iniciar una pausa de 10 días, durante los cuales la alianza opositora se enfrenta al reto de consolidarse y demostrar que es un interlocutor con autoridad. Después de siete días de reuniones, la alianza opositora nacida de las revueltas populares que empezaron en marzo de 2011 no consiguió de la delegación gubernamental ni la más mínima concesión, ni siquiera en el plano humanitario, como pedía también la comunidad internacional.
La premura en la conformación de la delegación opositora -apenas unas horas antes de la apertura de este proceso de paz- ya hacía prever que poco se conseguiría en estos primeros contactos entre ambos bandos, que se acusan mutuamente de la devastación y del caos en los que está inmersa Siria.
La mayor prueba para la oposición en esta primera ronda era demostrar su estatura, su cohesión y su capacidad de ser un interlocutor con alguna autoridad frente al régimen del presidente Bachar Al Asad.
A la defensiva frente a los periodistas, el portavoz de la oposición -representada en este proceso por la Coalición Nacional Siria (CNFROS)-, Louay Safi, admitió hoy que esta alianza intentará ampliarse para incorporar a más grupos opositores, pero «sin injerencias exteriores».
Por otra parte, al menos 1.870 personas han muerto en Siria desde el inicio de las negociaciones de paz de Ginebra, informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La ONG explicó que una media de 208 personas han fallecido diariamente en territorio sirio durante la cumbre.