Las nuevas autoridades de Ucrania aceleraron ayer la depuración del antiguo régimen y dictaron una orden de captura contra el destituido presidente Víktor Yanukóvich, mientras la UE y Rusia discreparon en su valoración de la revolución ucraniana.
«Yanukóvich y otros ex altos cargos están en busca y captura. Se ha abierto un proceso penal por asesinato masivo de ciudadanos pacíficos», escribió Arsén Avákov, ministro del Interior interino, en Facebook.
Pero nadie sabe a ciencia cierta dónde se encuentra Yanukóvich, que se cree que puede estar aún en territorio ucraniano, según su asesora y diputada, Anna Guerman.
Otras fuentes apuntan que Yanukóvich está en la base naval rusa en la ciudad ucraniana de Sebastopol (península de Crimea) y que en cualquier momento será trasladado a territorio del vecino país a bordo de un buque de la Armada de Rusia.
En las últimas horas, la Rada Suprema (legislativo) prosiguió su proceso de renovación de cargos y depuración del antiguo régimen con la destitución del jefe de las fuerzas de seguridad del Estado, el fiscal general y el presidente del Banco Central.
El presidente interino, Alexándr Turchínov, a la sazón jefe de la Rada, ya ha sido reconocido de facto por varias cancillerías occidentales que se niegan a poner en duda la legitimidad de las nuevas autoridades.
El nuevo presidente del Banco Nacional de Ucrania será el diputado Stepan Kubiv, intendente del Maidán y miembro del principal partido de Ucrania, Batkivschina (Patria), bastión de las protestas antigubernamentales.
Ayer, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, cuestionó la legitimidad del nuevo poder ucraniano surgido tras la revolución.
Según Medvédev, la revolución ucraniana «es una aberración de la conciencia, cuando se llama legítimo a lo que en realidad es resultado de una insurrección armada».