Un guiño de apoyo al Gobierno de Grecia y a los movimientos populares, además de risas y una crítica cariñosa a los periodistas, fueron el resumen de la rueda de prensa del papa Francisco a su vuelta de Latinoamérica.
El avión acababa de despegar de Asunción cuando Francisco apareció ante los periodistas, les agradeció el «duro trabajo» y dio paso a las 15 preguntas, agrupadas por idiomas, de los 60 periodistas, entre ellos de Efe, que viajaron con él a Ecuador, Bolivia y Paraguay.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, explicó que las primeras preguntas serían en español para los informadores de los países que ha visitado el papa y el resto..."en guaraní», interrumpió Francisco entre risas, al referirse al idioma de los indígenas en Paraguay y que ha estado muy presente en el viaje.
Una de las primeras preguntas fue sobre la crisis griega y el papa, aunque confesó que no sabe mucho del tema y que «la economía le da alergia» porque se acuerda cúanto trabajaba su padre que era contable, valoró los primeros pasos del Gobierno de Alexis Tsipras.
«Los gobernantes griegos que llevaron (al país) a esa situación de deuda internacional tienen una responsabilidad y el nuevo Gobierno griego comenzó una revisión justa», declaró el pontífice.
«Si una empresa puede hacer una declaración de bancarrota, ¿por qué un país no puede hacerlo?», fue la pregunta que formuló Francisco sobre la situación en Grecia.
Al pontífice se le preguntó mucho por la reunión y el apoyo a los movimientos populares, formados por campesinos, cartoneros, indígenas y otros colectivos con poca representación, y su mensaje «antisistema».
Pero a Francisco estos movimientos le gustan porque «se organizan entre ellos no sólo para hacer protesta, sino para ir adelante y poder vivir», y destacó que «la Iglesia no puede ser indiferente. Tiene una doctrina social y tiene que dialogar con estos movimientos».
Lo que sí matizó es que su discurso no fue político, sino un resumen de lo que es la doctrina social de la Iglesia.
Y sobre si cree que la Iglesia mantendrá esa mano tendida a los movimientos, el papa dijo que «es él quien sigue a la Iglesia y que lo único que él hace es predicar la doctrina social de la Iglesia a este movimiento».
Zanjó también otras polémicas durante el viaje, al asegurar que a él no le ofendió el crucifijo en forma de hoz y martillo que le regaló el presidente boliviano, Evo Morales.
Recordó que fue diseñado por el jesuita español Luis Estival, asesinado por la dictadura y exponente de la Teología de la Liberación, y que se trata de un objeto que se puede incluir en el «arte de protesta», pero que hay que contextualizar el período en el que lo realizó.
El papa también hizo algunas recomendaciones a los periodistas, reos, a veces, de instrumentalizar sus discursos.
Y citó la pregunta de un informador ecuatoriano que relató al pontífice que la frase «Ecuador se ha puesto de pie con dignidad» había sido instrumentalizada por los correligionarios del presidente del país, Rafael Correa, pero también por sus opositores.
A los periodistas les recomendó aplicar la hermenéutica y no extrapolar las frases de su contexto.
Habló de la posible mediación del Vaticano en algunos problemas que atraviesan países en América Latina e indicó que esta sería la última instancia.
Sorprendió al desvelar que en el deshielo entre Cuba «no hubo mediación», sino buena voluntad por ambas partes.
La carcajada del papa resonó en el avión cuando confesó que se siente como «un bisabuelo» cuando los jóvenes le piden que se haga un selfi (autofoto).
Y es que una de las imágenes más repetidas del pontífice en su viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay, fue la cantidad de personas que se acercaban en cualquier momento para pedirle un selfi.
Al responder a la pregunta sobre qué opinaba de esto, Francisco entre risas contestó: «Es otra cultura. Me siento bisabuelo. Hoy al despedirme un policía grande me dijo que si se hacía un selfi. Era un hombre de unos 40 años y yo le he dicho, pero mira qué no eres una adolescente».
Pero aseguró que, aunque la siente como «otra cultura», la «respeta».
Jorge Bergoglio hizo de nuevo gala de su sentido del humor cuando un periodista le preguntó qué toma para poder aguantar el ritmo de este tipo de viajes.
«Tú quieres saber qué droga tomo. ¿Esa es la pregunta?», dijo bromeando al periodista.
Y entonces aseguró con ironía que «el mate» le ayuda mucho y después, para continuar la broma, confirmó que no tomó coca en Bolivia.