El expresidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, vivió este jueves el día más duro de su vida política, que empezó de madrugada cuando se anunció su renuncia y que acabó a últimas horas de la tarde con la decisión que menos esperaba: quedar en prisión provisional.
«Esta es únicamente prisión provisional y no preventiva», aclaró Miguel Ángel Gálvez en la primera audiencia del caso contra el ex mandatario, donde ordenó el traslado a una cárcel en el Cuartel Militar Matamoros, en la capital, de Pérez Molina, quien este jueves dejó de ser presidente después de que el Congreso aceptara su dimisión.
El juez explicó que la medida de arresto provisional obedece al peligro de fuga y que pretende garantizar tanto la vida de Pérez Molina como el que mañana continúe la audiencia de primera declaración del imputado.
Durante la sesión de este jueves, instruida por el juez Miguel Ángel Gálvez, la parte de la acusación expuso, sin acabar, las pruebas en su contra, sobre todo escuchas en las que, supuestamente, se hacía referencia al mandatario, además de una, ya conocida, donde se escucha su voz mientras intenta colocar a alguien en un puesto de empleo en el ente recaudador de impuestos.
Fueron unas seis horas en las que Gálvez escuchó a la acusación, junto con Pérez Molina, cabizbajo y preocupado, y su abogado, César Calderón, haciendo anotaciones en una hoja en blanco.
No hubo tiempo para la defensa, que se prevé que se pueda pronunciar mañana después de que acaben de presentar las pruebas en su contra.
Antes de llegar a los juzgados, donde Pérez Molina fue sindicado por la Fiscalía de los delitos de asociación ilícita, caso especial de defraudación tributaria y cohecho pasivo por participar en «La Línea», el general retirado avanzó a una emisora local que había «toda la intención» de destruirlo.
No obstante, mostraba su esperanza de que la Justicia no se dejara manipular por instancias extranjeras.
«Yo sigo creyendo en el debido proceso» y «le estoy diciendo al pueblo que es lamentable esta situación que se está viviendo pero voy a dar la cara», manifestaba el mandatario, asegurando que estaba «tranquilo» a pesar de era un proceso «doloroso».
Todo la situación turbulenta para Pérez Molina empezó el miércoles por la noche, cuando la portavoz oficial del Ministerio Público (MP), Julia Barrera, indicó a periodistas que la Fiscalía había solicitado una orden de detención contra el mandatario y que el juez, Miguel Ángel Gálvez, la había autorizado.
En la madrugada del jueves, el portavoz oficial de la Presidencia, Jorge Ortega, confirmaba a Efe que Pérez Molina había presentado su renuncia en últimas horas de la noche del miércoles con el objetivo de «mantener la institucionalidad y el orden que corresponde dentro del Estado», además de enfrentar «de manera individual» el debido proceso en su contra.
Pérez Molina fue acusado el viernes 21 de agosto de liderar la red de corrupción aduanera «La Línea», una estructura criminal que defraudó, según las autoridades, millones de dólares al Estado.
La renuncia fue admitida por el Congreso con 116 votos a favor y, tras ello, el ente Legislativo juró al abogado y exfuncionario Alejandro Maldonado Aguirre.
«Nuestro pueblo ha sido protagonista de varios momentos de cambio», dijo Maldonado al dirigirse por primera vez como mandatario a los diputados y asistentes al Congreso, donde fue juramentado.
Maldonado Aguirre, de 79 años y quien desempeñaba el puesto de vicepresidente, juró el cargo en el Congreso de Guatemala, tal y como lo establece la Constitución en caso de ausencia «absoluta o temporal» del presidente.
Tras toda esta situación, Pérez Molina, a su salida de la audiencia, donde fue arrestado, aunque sin esposas, aseguró a los periodistas que «si hubiera querido huir» del país lo habría hecho.
«Si me hubiera querido ir del país lo habría podido hacer. Incluso hace dos días o el mismo día de ayer. Pero siempre lo dije: voy a respetar el debido proceso y voy a dar la cara», afirmó el mandatario.
«No estamos dispuestos a salir huyendo ni corriendo. Estamos dispuestos a asumir la responsabilidad para aclarar esta situación», agregó el exgobernante.
El general retirado, quien mantuvo distancia con los medios de comunicación durante toda la audiencia, se acercó a los periodistas al finalizar la misma.
Durante más o menos diez minutos, Pérez Molina ratificó nuevamente su inocencia, desvinculándose de las más de 35 escuchas telefónicas presentadas por el Ministerio Público en su contra durante la diligencia judicial.
Las pruebas exhibidas, apostilló Pérez Molina, «no tienen consistencia», y algunas de las supuestas evidencias que lo comprometen «están basadas únicamente en las escuchas».
«Eso lo hablaré mañana con el juez, cuando me toque hablar, para hacerle saber con todo respeto cuáles son los puntos de vista para que él tenga argumentos suficientes para poder discernir entre lo que presentó el MP y lo que yo aclare», avanzó el exmandatario antes de encaminarse hacia el sótano de Tribunales para ser trasladado a Matamoros.