Corea del Norte volvió este domingo a desafiar a la comunidad internacional al lanzar por segunda vez un satélite al espacio, una acción que ha generado fuertes protestas al ser considerada un ensayo de misiles encubierto.
Acompañado de altos funcionarios del régimen, el líder Kim Jong-un supervisó desde la sala de mando la operación, según mostró la televisión estatal norcoreana (KCTV), que calificó el lanzamiento como «un éxito».
El cohete de largo alcance despegó de la base de Sohae, en el noroeste del país, y voló durante nueve minutos y medio en dirección sur hasta liberar y poner en órbita el satélite Kwangmyongsong-4 (Estrella Brillante-4, un nombre que hace referencia al fallecido exdictador Kim Jong-il, padre del actual líder).
El Kwangmyongsong-4 está en órbita a una altitud de unos 500 kilómetros y porta «aparatos de medición y de telecomunicaciones necesarios para la observación de la Tierra», según la agencia aeroespacial norcoreana (NADA), que prometió más lanzamientos en el futuro.
Corea del Norte había anunciado esta semana que enviaría al espacio su segundo satélite (el primero lo puso en órbita en diciembre de 2012) entre los días 8 y 25 de este mes, aunque en un segundo comunicado el sábado adelantó el intervalo y los situó entre los días 7 y 14.
La agencia espacial reivindicó el «legítimo derecho» del Estado comunista a «utilizar el espacio con fines pacíficos e independientes», en lo que pareció ser un anticipo a las reacciones de la comunidad internacional poco después del lanzamiento.
Estados Unidos, Corea del Sur y Japón solicitaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas una reunión de emergencia, prevista para las 11.00 hora de Nueva York (16.00 GMT).
Estos países han criticado duramente la acción, ya que consideran que Corea del Norte desarrolla sus cohetes con una tecnología similar a la utilizada en misiles, por lo que mantienen que el lanzamiento espacial encubre en realidad un ensayo de proyectiles balísticos intercontinentales.
Expertos calculan que el cohete lanzado este domingo por Pyongyang tiene un rango de más de 10.000 kilómetros, suficiente para abarcar gran parte del territorio continental de Estados Unidos, señalado por el régimen como su mayor enemigo.
China y Rusia, países que mantienen vínculos políticos y económicos con Corea del Norte, también expresaron su condena al lanzamiento, por lo que es posible que se muestren favorables a imponer nuevas sanciones al país como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
El órgano ejecutivo de las Naciones Unidas ya esté inmerso en un debate para castigar a Pyongyang por su cuarta prueba nuclear, llevada a cabo el pasado 6 de enero.
Por otra parte, tras el lanzamiento de este domingo Seúl y Washington anunciaron que comenzarán las negociaciones para la instalación en Corea del Sur del escudo antimisiles estadounidense THAAD.
Este polémico y costoso proyecto, que hasta ahora permanecía estancado, ha recibido una fuerte oposición de Pekín, ya que incluye el despliegue de unos radares de gran capacidad que potencialmente podrían captar información militar confidencial en territorio oriental chino.
De hecho, el Gobierno chino se apresuró a «lamentar» la decisión de Seúl y Washington, por lo que el asunto del THAAD podría ser fuente de próximos conflictos diplomáticos.
Corea del Sur y EE.UU. también adelantaron este domingo que los ejercicios militares conjuntos que llevan a cabo anualmente -y que suelen despertar las iras de Corea del Norte- serán en 2016 «mayores que nunca», según indicó este domingo la jefatura de las Fuerzas Armadas surcoreanas.
La decisión podría generar una fuerte tensión en la península coreana en los próximos meses, teniendo en cuenta el precedente de la primavera de 2013.
Entonces las sanciones a Corea del Norte por su primer lanzamiento y tercera prueba nuclear, sumadas a las maniobras de los aliados, generaron un ambiente prebélico con peligrosas hostilidades e incluso declaraciones de guerra en el que se despertaron temores a un conflicto armado.