Los atentados en la capital belga se producen sólo tres días después de la detención del terrorista islamista más buscado de Europa, Salah Abdeslam, y cuatro meses después de la masacre de París, el pánico ha vuelto a instalarse en el corazón de Europa.
Los atentados en el aeropuerto y el metro de Bruselas, confirman las sospechas de las autoridades belgas que alertaron este fin de semana que Abdeslam estaba «listo para volver a preparar algo en Bruselas». De hecho, expertos en terrorismo ven en estos ataques una reacción directa a su arresto y el lanzamiento de un claro mensaje al cabecilla de los atentados de París para que sea fuerte y no 'cante' ante los interrogatorios policiales.
En opinión del especialista alemán en terrorismo Rolf Tophoven, el entorno del presunto cerebro logístico del 13-N quiere demostrar que sigue siendo capaz de actuar y que no ha sido debilitado de manera operativa. En este sentido el modus operandi, con varios lugares de ataques efectuados paralelamente, recuerda a los recientes atentados en París, según el experto, que también critica que los organismo de seguridad de Bélgica hayan desatendido durante mucho tiempo la proliferación de células islamistas en el país.
Recientemente, el ministro belga de Exteriores, Didier Reynders, informó sobre el hallazgo de un arsenal de armas durante las investigaciones posteriores al atentado de París y de que una nueva red de terroristas yihadistas estaba tejiéndose alrededor de Abdeslam en Bruselas. "Estamos seguros de que por el momento hemos encontrado a más de 30 personas implicadas en los ataques terroristas de París, pero estamos convencidos de que hay otros», aseguró.
Pocas horas después, las autoridades policiales hallaban un artefacto explosivo y químicos en un registro de una vivienda en el barrio bruselense de Schaerbeek, en el marco del operativo reforzado lanzado tras los atentados en Bruselas. En el domicilio también se encontraron una bandera del grupo terrorista Estado Islámico.
Ataques emblemáticos
Los expertos coinciden en que los grandes atentados: 11-S de Nueva York, 11-M de Madrid y 7 de julio en Londres, 7 de enero contra Charlie Hebdo y más recientemente los del 13 de noviembre en París destacan que son atentados emblemáticos que demuestran que la amenaza del terrorismo, por invisible que parezca, sigue existiendo.
En el caso de los primeros se trato de hacer el mayor daño posible y sumar el mayor número de víctimas, como así fue. El 11-M también fue el segundo peor atentado en Europa tras el ataque de Lockerbie, ocurrido en Escocia en 1988 con 270 muertos, mientras que los de París y ahora en Bruselas van dirigidos al corazón de Europa y es una prueba clara de que ningún país está a salvo de un atentado de estas características.
Los atentados que hemos descrito son fechas marcadas por el terror. Días aciagos que permanecerán imborrables en nuestra memoria. Es lo que los expertos denominan recuerdos flashbulb. Meses después de los atentados en Madrid y Londres los de París volvieron a dejarnos helados la sangre y a hacer que nos preguntemos el por qué de una obra macabra. En cuanto al futuro nadie puede predecirlo, pero lo que si está claro es que este tipo de acontecimiento se volverán a repetir en el futuro.