Los 11,5 millones de documentos del despacho panameño obtenidos por el diario alemán Süddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) siguen dando que hablar.
La última en verse salpicada por los llamados ‘papeles de Panamá' es Corinna zu Sayn-Wittgenstein, quien saltó a las portadas de los tabloides por su viaje a Botswana.
Según apuntan El Confidencial y LaSexta, la princesa alemana intentó transferir 25.000 acciones de una empresa de Wyoming, Estados Unidos, a una sociedad de las Islas Vírgenes Británicas, registrada a través de Mossack Fonseca. Al parecer, la transacción no llegó a completarse por problemas burocráticos.
Personalidades
Corinna se suma así a la extensa lista de personalidades que han aparecido en los llamados ‘papeles de Panamá'.
Bertín Osborne es otro de los salpicados por el escándalo. Según saltaba a los medios la semana pasada, el presentador habría reactivado en octubre una sociedad offshore gestionada por Mossack Fonseca para pagar 1,6 millones de euros a la Hacienda española. El presentador no tardó en pronunciarse sobre el tema y declaró su malestar por poner en duda el cumplimiento de sus obligaciones tributarias.
El actor español Imanol Arias también tuvo una sociedad offshore, llamada Trekel Trading Limited, emplazada en una pequeña isla del Pacífico Sur desde 1998. Fue creada a través del despacho de Mossack Fonseca en Ginebra y su sede se instaló en un territorio llamado Niue, un país insular en el océano Pacífico Sur que tiene 1.190 habitantes. Actualmente Niue, conocido como la ‘Roca de la Polinesia', no es un paraíso fiscal para España, pero sí los es para la Comisión Europea. En este caso, el representante del intérprete comunicó que su cliente está al corriente de sus obligaciones tributarias.
Por otra parte, el mundo de la moda también se vio salpicado por estos papeles.
Carlos Ortega, CEO de Pepe JeansOcultó en Islas Vírgenes una colección de arte tasada en 16 millones.
Eugenio Mora Olivella, el expresidente de la marca Burberry en España, era la fuente de dinero que alimentaba la red del ‘caso Pretoria'.