El grupo yihadista Dáesh volvió este lunes a sacudir el Yemen con dos atentados en la ciudad meridional de Aden en los que murieron al menos 41 aspirantes a ingresar en el Ejército del país.
Según fuentes sanitarias y militares, otras 36 personas resultaron heridas en esos ataques perpetrados de forma consecutiva.
Sin embargo, no pudieron precisar el número de muertos en cada uno de los ataques.
El primero de los atentados tuvo como objetivo la antigua Comisaría de Policía de Badr, actualmente sede de la Brigada 39 de Acorazados, bajo el mando del general Abdalá al Subehi y ubicada en el barrio de Jur Maksar.
La fuente de seguridad precisó que al ataque fue llevado a cabo con un artefacto explosivo situado frente al edificio.
Pocos minutos después, un suicida hizo explotar su cinturón de explosivos frente a la casa del mismo general, situada en el mismo barrio y donde se encontraba un grupo de milicianos esperando regularizar su situación.
Dáesh asumió la autoría de ambos atentados en un comunicado difundido en foros yihadistas y cuya autenticidad no ha podido ser comprobada.
En la nota, el grupo yihadista identificó al terrorista responsable de los ataques como Abu Ali al Adani.
La organización extremista anunció en su comunicado que más de treinta «apóstatas» perdieron la vida en una «operación de martirio» contra un centro de reclutamiento en la zona de Jur Maksar, en Aden.
«En una operación de seguridad exitosa gracias a Dios, el hermano mártir, Ali al Adani se dirigió hacia la casa del líder del cuartel de Badr, (...) donde nuestro caballero se hizo detonar», precisó la nota de Dáesh.
Acto seguido, «un artefacto explosivo estalló en la puerta del cuartel de Badr, lo que causó la muerte y heridas a varios de los reclutas apóstatas», explicó el texto.
El primer ministro yemení, Ahmed Abid bin Daguer, condenó los ataques y se comprometió a acabar con el terrorismo en su país.
En declaraciones a la agencia oficial de noticias Saba, controlada por el Gobierno, Bin Daguer indicó que «los terroristas y los criminales no van a dañar la determinación del Estado y de sus aliados en la coalición árabe, liderada por Arabia Saudí, para erradicar el terrorismo».
Además, agregó que «la mano del extremismo que golpeó de nuevo Aden representa un intento absurdo de responder a sus derrotas aplastantes contra el Ejército y la resistencia popular».
Asimismo, tachó los atentados de «mensajes frustrados» de los grupos terroristas, que todavía intentan mostrar que «tienen fuerza para matar a inocentes».
Por su parte, el ministro de Exteriores, Abdelmalek al Majlafi, también condenó los ataques a través de su cuenta de Twitter.
El responsable de la diplomacia yemení aseguró que este «crimen terrorista contra Aden demuestra el odio que hay contra esa ciudad pacífica».
Además, llamó a los ciudadanos a colaborar con las autoridades para revelar la identidad de los atacantes y las de los que les apoyan, con el objetivo de castigarles.
El bando rival del Ejecutivo en el conflicto que vive el país, los rebeldes hutíes, también condenaron estos actos terroristas.
Sin embargo, el portavoz del movimiento, Mohamed Abdesalam, señaló a las autoridades del país de ser las responsables de la infiltración de los grupos yihadistas en los aparatos de seguridad en las zonas sureñas a causa del caos y la ocupación.
Los hutíes consideran que la propagación de las fuerzas de la coalición árabe en la provincias del sur del Yemen es una ocupación.
El responsable rebelde realizó estas declaraciones en la televisión Al Masira, que depende de los hutíes.
El pasado 15 de mayo, Dáesh asumió la autoría de un ataque suicida contra una comisaria en la ciudad de Al Mukala, en el sureste del Yemen, en el que al menos doce aspirantes a agentes de la Policía murieron y otros treinta resultaron heridos.
La organizaciones del Dáesh y Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) están aprovechando el vacío de poder y la falta de seguridad vividos en el Yemen a causa del actual conflicto para multiplicar sus atentados y ampliar sus zonas de influencia.
El conflicto, que ha dejado al país en una situación humanitaria catastrófica, se vio agravado en marzo de 2015 con la intervención de la coalición árabe, que apoya al presidente Abdo Rabu Mansur Hadi en su lucha contra los hutíes y sus aliados, los fieles al exmandatario Alí Abdalá Saleh.