«Bienvenidos al infierno», rezaban las pancartas que policías y bomberos exhibieron este lunes en el aeropuerto internacional de Río de Janeiro para denunciar la precariedad de sus condiciones de trabajo a un mes del inicio de los Juegos Olímpicos.
«Welcome to Hell» (Bienvenidos al infierno), «policías y bomberos no reciben salarios y cualquiera que visite Río no estará seguro», advertían, en inglés, los carteles utilizados en la protesta.
«No se preocupe, en Río solo 54 policías fueron asesinados en este año olímpico», denunciaba otra de las pancartas que sorprendió a los turistas que desembarcaron en la terminal 2 del aeropuerto internacional de Río, donde varios agentes portaron muñecos manchados con tinta roja.
Policías y bomberos protestan porque no reciben su salario desde mayo pero con sus movilizaciones pretenden llamar también la atención sobre la precariedad de los medios de trabajo.
Según organizaciones sindicales, en muchas de las delegaciones de la policía del estado de Río no hay agua, ni tinta para impresoras, ni siquiera papel higiénico. Los recortes alcanzan al uso de patrullas y de helicópteros utilizados en tareas de seguridad.
El gobierno de Río de Janeiro declaró recientemente el estado de «calamidad pública» ante la imposibilidad de hacer frente al pago de los funcionarios y los compromisos contraídos en vísperas de las Olimpiadas.
Tras la declaración, el gobierno federal desembolsó cerca de 850 millones de dólares para evitar la «vergüenza internacional», en palabras de un alto funcionario brasileño, que supondría para el país no cumplir con sus obligaciones olímpicas.
Río de Janeiro acogerá los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, en agosto y septiembre, y recibirá más de un millón de turistas, la mitad de ellos extranjeros, según las estimaciones de los organizadores.