Pakistán sufrió este jueves un duro golpe con una matanza provocada por un suicida en un templo sufí que causó 70 muertos y 250 heridos, en uno de los peores atentados en el país en el último año y el sexto de la semana contra diferentes objetivos civiles y militares.
Un terrorista suicida hizo explotar las bombas que portaba en el interior del templo sufí Lal Shahbaz Qalandar, en la provincia meridional de Sindh, cuando un gran número de fieles celebraba una ceremonia religiosa, dijo a Efe el portavoz policial Zulqar Nain.
En la explosión murieron unas 70 personas, entre ellas niños y mujeres, indicó a Efe Shabbir Sethra, otro portavoz policial de Sehwan, la zona donde ocurrió el atentado, y que se encontraba en el hospital adonde fueron trasladadas las víctimas.
El director del hospital de Sehwan, Moin Ahmed, situó el número de heridos en 250, de ellos 42 en estado grave.
Nain explicó que el templo se encontraba lleno de personas, ya que los jueves los sufíes celebran una ceremonia religiosa, y acuden al recinto un gran número de fieles de diferentes sectas del islam.
Los sufíes han sido objetivo de los talibanes y extremistas en Pakistán, con frecuentes acciones contra sus templos, entre ellos el ataque suicida que causó 52 muertos y más de un centenar de heridos en Baluchistán (suroeste) el pasado noviembre.
El Ejército ha enviado aviones, helicópteros y personal médico a la zona para evacuar y tratar a los heridos, indicó en Twitter el portavoz militar, Asif Ghafoor.
La matanza fue reivindicada por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que ya en el pasado ha asumido acciones terroristas en suelo paquistaní.
Un miembro del Estado Islámico «detonó su chaleco explosivo en el templo de Lal Shahbaz Qalandar, en la zona de Shewan», señaló la agencia Amaq, cercana al grupo terrorista.
El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, indicó en un comunicado que ha pedido a las instituciones estatales que movilicen sus recursos para ayudar a las víctimas del atentado.
«Un ataque contra uno de nosotros es un ataque contra todos nosotros. Los sufíes son anteriores a Pakistán y fueron una parte importante en la lucha por la formación del país», añadió Sharif.
Mientras las autoridades de la provincia declaraban tres días de luto, el jefe del Ejército paquistaní, Javed Bajwa, prometió venganza y llamó a la calma.
«Cada gota de sangre de la nación será vengada inmediatamente», indicó Bajwa en la red social Twitter al acusar a países «hostiles» que actúan desde Afganistán como responsables del ataque.
«Nuestras fuerzas de seguridad no permitirán triunfar a las potencias hostiles. Defenderemos la nación», añadió.
Tras el ataque, Pakistán anunció el cierre de la frontera con Afganistán, a quien acusa de permitir la presencia en su territorio de grupos que atentan en suelo paquistaní.
«La frontera Pakistán-Afganistán está cerrada con efecto inmediato hasta nueva orden debido a motivos de seguridad», indicó Ghafoor.
Pakistán ha experimentado una disminución de la violencia desde el inicio en 2014 de una operación militar en las zonas tribales, que continúa en la actualidad.
Pero este es el sexto ataque en lo que va de semana, entre ellos uno suicida en Lahore (este de Pakistán) que causó 14 fallecidos, otro ayer en la zona tribal de Mohmand (norte) en el que murieron tres policías y dos civiles, y hoy mismo una explosión en Baluchistán provocó la muerte de tres militares.
Esos ataques fueron reivindicados por el grupo Jamaat-ul-Ahrar (JuA) que amenazó con una campaña de atentados y por la principal formación talibán de Pakistán, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP)
Ante el repentino aumento de los ataques, Sharif ha pedido unidad.
«Los últimos días han sido duros, y mi corazón está con las víctimas. Pero no podemos dejar que estos actos nos dividan o nos asusten. Debemos permanecer unidos en esta lucha por la identidad paquistaní y la humanidad», afirmó en el comunicado.