Los expresidentes de EEUU Barack Obama y George W. Bush salieron ayer de su reclusión política y en la misma jornada participaron en dos actos, separados y no relacionados, en los que aprovecharon para criticar implícitamente las políticas divisorias y la retórica populista del actual presidente, Donald Trump.
Ni Bush, ni Obama citaron directamente a Trump en sus comentarios, pero a pesar de no decir su nombre en ninguna de sus intervenciones, tampoco hubo ninguna duda sobre a quién tenían en mente cuando hicieron algunas afirmaciones. Ambos coincidieron en que Estados Unidos está siendo destrozado por antiguos odios que debieron haberse enterrado en la historia hace mucho tiempo.
Luchar contra el miedo
Obama participó el jueves en un mitin en el estado de Nueva Jersey, donde se van a celebrar elecciones, para apoyar al candidato demócrata. Por su parte, Bush –el último republicano en liderar EEUU– participó en una conferencia en Nueva York para apoyar la democracia y defendió la inmigración y el libre comercio, denunciando el nacionalismo y la intolerancia del discurso público actual.
El expresidente Obama instó a la población de Nueva Jersey a votar al Partido Demócrata para rechazar las «políticas que dividen» y manifestó así su apoyo al candidato a gobernador Phil Murphy. Sin nombrar directamente a Donald Trump, el exmandatario hizo hincapié en la importancia de votar a los demócratas para luchar contra la división y el miedo.
«Van a enviar el mensaje al resto del país y al mundo entero de que vamos a rechazar las políticas divisorias, las políticas del miedo, que estamos contando con unas políticas que expresan que todo el mundo cuenta», aseveró Obama.
En cuanto a Bush, se desmarcó del actual mandatario y también republicano por la «intolerancia» que ha mostrado hacia ciertos colectivos por razones de raza o religión, considerando que se trata de una «blasfemia» contra «el credo americano».
«Nuestra identidad como nación, a diferencia de otras naciones, no está determinada por la geografía o la etnia, por el alma o la sangre. Esto significa que la gente de toda raza o religión puede ser estadounidense en plena igualdad. Significa también que la intolerancia y el supremacismo blanco, en cualquier forma, son una blasfemia contra el credo americano», dijo Bush.