Miguel Díaz-Canel se ha convertido en el sucesor de Raúl Castro en la Presidencia de Cuba, un relevo histórico porque por primera vez desde la Revolución de 1959 la isla caribeña estará gobernada por alguien ajeno a la familia Castro, si bien ha aprovechado su primer discurso para despejar la incógnita del futuro: "La Revolución continúa".
Díaz-Canel había sido ampliamente señalado en los últimos años como el favorito para recoger el testigo de Fidel y Raúl. Los pronósticos se confirmaron el miércoles cuando la Comisión de Candidaturas Nacionales le nominó para el cargo de presidente del Consejo de Estado, el órgano que acumula el Poder Ejecutivo en Cuba.
Sin embargo, la decisión definitiva correspondía a los 605 diputados que ese mismo día tomaron posesión de sus escaños constituyendo así la nueva Asamblea Nacional. En su primer acto como tales, hicieron una votación secreta para ratificar a los 31 candidatos propuestos para el Consejo de Estado, incluido Díaz-Canel, o rechazarlos.
Los resultados se han conocido este jueves, en la segunda jornada de una sesión parlamentaria "trascendental", según la prensa oficial cubana. Díaz-Canel ha sido confirmado como presidente del Consejo de Estado por 603 votos (un 99,83 por ciento). Los demás nominados también han sido ratificados con entre un 99 y un cien por cien.
Conforme a la tradición cubana, Díaz-Canel debía haber aprovechado esta sesión para proponer un Gobierno y que éste fuera aprobado por el Parlamento, pero, "dada la importancia que reviste", ha optado por aplazar la conformación del Consejo de Ministros a la primera sesión ordinaria de la Asamblea Nacional, prevista para el mes de julio.
VIGILADO POR LA "GENERACIÓN HISTÓRICA"
Su única decisión ejecutiva este jueves ha sido nombrar a Salvador Valdés Mesa, de 72 años, como primer vicepresidente del Consejo de Ministros, lo que le convierte en su 'número dos' a todos los niveles, ya que la Asamblea Nacional le ha elegido como primer vicepresidente del Consejo de Estado, vacante que deja Díaz-Canel.
"Nuestra Constitución no nos obliga a que una persona ocupe ambas responsabilidades", ha dicho, al mismo tiempo que ha considerado que Valdés, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC), está respaldado por "una amplia y fructífera trayectoria revolucionaria".
Díaz-Canel también se ha encargado de reconocer la "obra" de Raúl y ha defendido su "legitimidad" para mantenerse hasta 2021 como primer secretario del PCC, cargo desde el que --ha aclarado-- "seguirá encabezando las decisiones trascendentales de presente y futuro" para Cuba.
"Es absolutamente claro que solo el PCC garantiza la unidad de la nación cubana y que es el digno heredero de la confianza depositada por el pueblo en sus líderes (...) Por eso, Raúl, quien ha liderado este proceso de continuidad generacional, sin apego a cargos ni responsabilidades (...), se mantiene con legitimidad", ha afirmado.
Díaz-Canel ha dedicado gran parte de su primer discurso como presidente a ensalzar a la "generación histórica" por "saber hacer lo que cada momento demandaba". "Cuba espera de nosotros que, como ellos, seamos capaces de librar todos los combates que nos esperan", ha indicado.
"LA REVOLUCIÓN CONTINÚA"
Díaz-Canel, consciente de la "significación histórica" de este relevo generacional, que ha generado en muchos, tanto dentro como fuera de Cuba, la expectativa de que sea el principio del fin del régimen 'castrista', ha enviado un mensaje contundente: "La Revolución continúa su curso".
En primer lugar, se ha referido a "quienes por ignorancia o mala fe dudan del compromiso de las generaciones que hoy asumimos". "A ellos les decimos que la Revolución sigue viva", ha afirmado. No obstante, ha subrayado que "los profundos y necesarios cambios" impulsados por Raúl se mantendrán, aunque "cambiando todo lo que tenga que ser cambiado" para "no caer en la frustración y el pesimismo".
A este respecto, ha recordado que la 'hoja de ruta' son los lineamientos generales aprobados por el PCC en 2011 y que Raúl ha intentado --con poco éxito-- implementar estos años. "En ellos se reconoce que la labor ideológica y política (...) debe estar íntimamente vinculada al desarrollo de la economía nacional (...), al proceso de actualización del modelo económico y social".
Por último, se ha dirigido a la comunidad internacional: "Afuera hay un mundo que nos mira con más interrogantes que certezas y que ha recibido el mensaje equivocado de que la Revolución termina con sus guerrilleros (...) Aquí no hay espacio para una transición que desconozca o destruya el legado de tantos años de lucha".
Díaz-Canel ha aseverado que "la política exterior cubana se mantendrá inalterable". "No cederemos ante la presión o la amenaza", ha subrayado, aunque también se ha mostrado dispuesto a "dialogar y cooperar con quienes estén dispuestos a hacerlo entre iguales".
"La Revolución Cubana sigue dispuesta a todas las batallas para combatir todos nuestros errores e imperfecciones pero al mismo tiempo para avanzar sin prisa pero sin pausa (...) Juremos defender hasta el último aliento esta revolución socialista de los humildes, hecho por y para los humildes. Sabremos honrarla llevándola tan alto como ellos hicieron. Patria o muerte. Socialismo o muerte. Venceremos", ha concluido.