De acuerdo a la Organización Internacional del Café (ICO), el café es el segundo producto más comercializado en el mundo después del petróleo, debido a que su producción mundial se estima entre 110 y 120 millones.
Su preferencia radica en que es un excelente antioxidante natural que mejora la circulación, aumenta la capacidad de concentración y es fuente de energía para todos aquellos que inician su día con una taza de esta bebida aromática, la cual es de fácil acceso para el consumidor.
Alrededor de este hábito o costumbre ha crecido una gran industria que facilita su consumo. Actualmente, el cliente dispone de una serie de productos y servicios que mejoran su relación con esta bebida. Desde cafeteras de filtro, goteo, máquinas de espresso, máquinas de café a cápsulas -que en el 2018 representaron el 44 % de ventas- hasta cafeteras multifunción diseñadas con pantallas táctil LCD. Definitivamente, al sector industrial de esta cadena de producción no le ha ido nada mal, y es que cada uno de estos aparatos vale entre 100 y 500 euros.
Para el caficultor las cosas son distintas, ya que se ha desatado una crisis humanitaria en el entorno de quienes se dedican a cultivarlo, mayormente en los países de Centroamérica como: El Salvador, Nicaragua, Honduras y Guatemala, donde se han llevado la peor parte, a causa de que el quintal de café se ubica en US$1.
El valor de US$1 representa la tercera parte del precio del café en comparación con 1983, situación que no está resultando favorable para los productores de café. En el caso de México los caficultores en su mayoría indígenas reciben US$8,4 diarios por trabajar en huertas, lo que está conllevando al aumento de la pobreza en la región y a su vez a que los jornaleros abandonen las tierras por otros oficios o busquen escapatoria hacia los Estados Unidos.
La caída que se registra desde noviembre de 2016 también ha repercutido al Sur de América, en especial, a Colombia ya que un tercio de las exportaciones del país dependen de este producto, según la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.
En este sentido, el país andino ha estrechado lazos de unión con Brasil, porque este último ha tenido participación en la caída de los precios del café, al introducir millones de kilogramos en el mercado en dos años excedentes. Es por ello, que han logrado establecer alianzas desde el pasado mes de junio para lograr que las ganancias obtenidas a lo largo de la cadena sean mejor distribuidas.
Precisamente en el Foro Mundial de Productores de Café 2019, sostuvieron acciones para aumentar la productividad desde las siguientes estrategias: mejorar las variedades del café, mejorar el manejo de los riesgos agrícolas y el desarrollo científico en el campo, para de esta forma reducir los costos de producción que permitan generar mayores ganancias a los cafetaleros.