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Rajoy, sobre la traducción simultánea en el Senado: «Esto en un país normal no ocurre»

El PP renuncia en solitario al uso de las lenguas cooficiales, inaugurado ayer

En la imagen, los auriculares que utilizarán los senadores para escuchar las traducciones. | Manuel H. de León

| Madrid |

El presidente del PP, Mariano Rajoy, se mostró ayer contrario al uso de las lenguas cooficiales en el Pleno del Senado y aseguró que a él, por el contrario, le importan «los problemas reales». «No he visto ninguna demanda en ningún sitio para que aquí tengamos que trabajar utilizando traducción simultánea, esto en un país normal no se produce», censuró.

En rueda de prensa en la Cámara Alta antes de presidir la reunión del Grupo Popular, Rajoy hizo referencia a la reforma del Reglamento que permite desde ayer usar cualquiera de las lenguas cooficiales del Estado durante el debate de mociones, una iniciativa que prosperó con la oposición del PP.

«Lo único que puedo decir es que a mí lo que me importan son los problemas reales», insistió el líder 'popular' antes de defender que «las lenguas están para entenderse» y por ello los senadores deberían utilizar el castellano en sus debates si es la lengua que todos conocen.

Incoherencia

Además, recordó que los mismos senadores que durante el Pleno recurrirán al uso del catalán, gallego o euskera; en los pasillos de la Cámara hablarán con sus compañeros en castellano, «no con traducción simultánea». «Me gustaría que eso, que es lo normal en la calle, también lo fuera en la Cámara», concluyó.

El PP fue el único grupo del Senado que renunció al empleo de las lenguas cooficiales en el debate sobre el fracaso escolar, ya que prefirió recurrir al castellano para exponer su punto de vista.

Así lo explicó la senadora popular que defendió la posición de su grupo, María Jesús Sainz, gallega de nacimiento, que en vez de expresarse en gallego, lengua que conoce pues como maestra ha impartido clases en ella, optó por el castellano para defender la posición del PP en el asunto.

Los senadores pudieron seguir las intervenciones gracias a un sistema de traducción simultánea y pinganillos instalados en sus escaños. También tuvieron que recurrir al pinganillo los taquígrafos, y por ello, no transcribieron directamente las alocuciones del orador, sino las versiones de los intérpretes, algo que no les gustó, según comentaron algunos de ellos.

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