Si la economía monopolizó buena parte del inicio del debate de investidura, el terrorismo ha sido el gran protagonista durante la segunda y última sesión. Era el turno de los grupos minoritarios, y la mayoría de ellos lo aprovecharon para mostrar su preocupación por este asunto. El momento de máxima tensión se vivió durante el 'cara a cara' entre Rajoy e Iñaki Antigüedad, el portavoz de Amaiur en la Cámara Baja, quien sentenció que «Estamos condenados a entendernos». El ya presidente electo le contestó y le llegó a decir que «no le debe nada» a su grupo. Ni él, «ni la sociedad española».
Mariano Rajoy es consciente de que, además de la crisis económica, durante los próximos cuatro años deberá encargarse de otro asunto igual de peliagudo: el proceso de paz y normalización en el País Vasco, que arrancó el pasado 20 de octubre cuando ETA anunció el cese definitivo de la violencia. Hasta el momento, el líder del PP se había resistido a hablar de este tema y había insistido en que su única línea de actuación sería la que le marcase la Ley. Pero en la segunda y última sesión del debate, Rajoy no tuvo más remedio que abordar otro tipo de asuntos. PNV y los grupos minoritarios aprovecharon su turno de palabra para sacar a relucir temas mucho más concretos, como el «soberanismo» de País Vasco.
«La paz no es irreversible y hay que seguir trabajándola», le recordó el portavoz del Partido Nacionalista Vasco, Josu Erkoreka. A su juicio, «la transición de la violencia a la paz» sólo será posible adoptando algunos «riesgos», en referencia a un posible acercamiento de presos. Rajoy confía en poder «arreglar definitivamente» la desaparición de la violencia de ETA y ha garantizado que siempre estará «en el Estado de derecho y en la ley», apoyando a las víctimas del terrorismo y a sus familias.