El cadáver del sacerdote Miguel Pajares, fallecido hoy a causa del virus del ébola, será «sellado e incinerado», sin practicarle la autopsia para evitar la propagación de la enfermedad, de acuerdo con el reglamento de la Policía Sanitaria Mortuoria de la Comunidad de Madrid.
El manejo «post morten» de un cuerpo infectado por ébola, o con solo la mera sospecha de haberse contagiado con este virus, prohíbe la autopsia por «la alta carga viral de los fluidos corporales».
El contacto con los cadáveres debe realizarse «por personal entrenado» y no se procede, en estos casos, a ninguna preparación del cuerpo del difunto, han precisado fuentes sanitarias.
A continuación, se procede al sellado del fallecido que finalmente es incinerado por la Policía Sanitaria Mortuoria.
En cuanto a las medidas de control ambiental, la norma exige la limpieza con desinfectantes de uso hospitalario de las superficies potencialmente contaminadas así como la incineración de la ropa o prendas que hayan estado en contacto con el cuerpo.