Los precios de la gasolina y de gasóleo se han abaratado casi un 4% esta semana, para situarse en sus niveles más bajos del verano, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea.
En concreto, el precio medio en España de la gasolina sin plomo 95, que acumula así su séptima caída consecutiva, ha descendido esta semana un 3,98%, hasta los 1,183 euros el litro, con que ya registra un abaratamiento de más del 6% desde agosto.
De esta manera, llenar un depósito medio de gasolina de 55 litros cuesta actualmente 65,07 euros, lo que supone un ahorro de más de seis euros desde principios de agosto.
Por su parte, el precio medio del litro de gasóleo se ha situado esta semana en 1,053 euros, tras encadenar su octava caída consecutiva y abaratarse un 3%.
Con respecto a principios de agosto, el precio del litro de gasóleo ha registrado una caída del 7,5%. Así, llenar un depósito medio de gasóleo de 55 litros cuesta actualmente a 57,92 euros, lo que representa un ahorro de unos cinco euros con respecto a principios de mes.
Estos descensos de precios de producen en un momento caracterizado por los continuos abaratamientos del crudo, que llegó a caer la pasada semana a su valor más bajo desde 2009, con 42 dólares el barril. El precio del barril de Brent cotiza actualmente en 50,29 dólares, mientras que el de referencia en Estados Unidos, el Texas 'sweet light', cuesta 46,16 dólares, lo que anticipa previsibles subidas en el precio de los carburantes en las próximas semanas.
HASTA UN 20% MÁS BARATO QUE HACE UN AÑO
Con respecto a hace un año, el abaratamiento registrado en ambos combustibles es del 15,8%, en el caso de la gasolina, y del 20%, en el del gasóleo.
Los carburantes cuestan en España menos que en la media de la UE, donde el precio de venta al público del litro de gasolina se sitúa en 1,370 euros y en 1,371 euros en la zona euro. Por su parte, el litro de gasóleo cuesta 1,174 euros de media en la UE y 1,137 euros en la eurozona.
El menor nivel de precios finales con respecto a los países del entorno se debe a que España, pese a las subidas del IVA, a los mayores impuestos y a los nuevos gravámenes al biodiésel, sigue contando con una menor presión fiscal.