La polémica desatada en los últimos meses a cuenta de la investigación al rey Juan Carlos por sus presuntos negocios ocultos en el extranjero ha elevado la expectación ante el tradicional discurso de Nochebuena de Felipe VI, con la incógnita de si hará referencia al comportamiento de su padre.
También las críticas lanzadas por los ministros de Unidas Podemos a la Corona, encabezadas por el vicepresidente y líder de la formación morada, Pablo Iglesias, y su objetivo de avanzar hacia la república contribuyen a reforzar la atención del mensaje del jefe del Estado, el séptimo de su reinado.
El de Navidad es el discurso más personal y simbólico del rey, aunque, como en todos sus pronunciamientos, lo redactado en el Palacio de la Zarzuela es revisado por el Gobierno, que es el que le da el beneplácito y tiene margen para plantear retoques.
Don Felipe ha despejado su agenda esta semana para centrarse en su alocución, sobre la que la Casa Real nunca da pistas de su contenido.
La vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, dio a entender el pasado viernes que el rey hará alguna mención a su padre, afincado en Emiratos Árabes Unidos desde el 3 de agosto por las investigaciones abiertas sobre él por la Fiscalía del Tribunal Supremo.
«Felipe VI es un jefe del Estado absolutamente realista y sabe muy bien en términos generales lo que piensa la opinión pública y lo que demandan los ciudadanos. Estoy convencida de que va a lanzar el mensaje que corresponde ahora, de rigor y tranquilidad», aseveró Calvo, encargada de la interlocución con la Zarzuela junto al presidente, Pedro Sánchez.
El monarca no ha hecho ninguna referencia verbal a la situación de Juan Carlos I y su postura de marcar distancias con él se ha expresado en el comunicado del pasado 15 de marzo en el que renunciaba a su herencia y le retiraba la asignación económica y en el emitido para informar de su marcha al extranjero.
La gran duda es si Felipe VI irá más allá de lo que pudo representar el mensaje de que «la justicia es igual para todos» que su padre pronunció en su discurso navideño de 2011 en alusión a su yerno, Iñaki Urdangarin, por su implicación en el caso Nóos.
Para la presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP), Verónica Fumanal, el rey debería referirse de forma «explícita», aunque fuese mediante la «retórica», a la situación de Juan Carlos I para «conectar con la sensibilidad» de la ciudadanía.
«La Zarzuela tiene en su mano afrontar la situación y virar su política de comunicación de forma contundente. Debe empezar a dar explicaciones, hacer una política de la evidencia y contestar preguntas que se hacen los españoles o seguir con la misma estrategia, que consiste en negar la realidad», ha reflexionado Fumanal en declaraciones a EFE.
A su juicio, la Corona sufre «una crisis reputacional histórica» y ha de comprender que «es un actor político y mediático más», que nada tiene que ver con las casas reales de hace 30 años. El politólogo Ignacio Martín Granados cree que sería un «error evitar cualquier referencia directa» al asunto del rey emérito, por lo que ha recomendado actuar con «empatía». «Cuanto más sencillo y con más franqueza, mejor. Suele funcionar hablar desde un lado más humano y quitarse la corona. Desde un punto de vista emocional, no se le va a justificar, pero todos los españoles lo entenderían perfectamente», ha argumentado Martín Granados.
Tras asumir que Felipe VI tiene un «reto difícil para cumplir las expectativas», el vicepresidente de ACOP ha opinado que no le queda otro remedio que «poner un cortafuegos y mandar un mensaje para tranquilizar a la población».
Para el presidente de Asesores de Comunicación Pública, Luis Arroyo, más que «lo que diga, lo importante es lo que haga o proponga hacer» don Felipe para restañar la erosión causada por el caso de Juan Carlos I.
Mostrar su disposición a que el Gobierno reforme la inviolabilidad del jefe del Estado o a que se apruebe una ley sobre la monarquía «generaría un titular y una propuesta y suscitaría consenso». «No significa que pida perdón, porque no es responsable de lo que hizo su padre, pero sería un mensaje nítido», ha sostenido Arroyo.
El consultor en comunicación política también ha aconsejado al rey aprovechar el discurso de Nochebuena para reafirmar que la Corona «es de todos» y «desvincularse de la extrema derecha y de la derecha», porque si queda ligada a éstas, su futuro peligraría.