El hombre acusado de presuntamente matar a su pareja por celos estrangulándola en la vivienda que ambos compartían en Rincón de la Victoria (Málaga) en 2021, tras lo que quemó el cuerpo, ha declarado este lunes que la mujer murió por accidente durante una práctica sexual, que era habitual y en la que utilizaban una cuerda, y ha asegurado que lo no contó antes por «pura vergüenza».
El juicio ha comenzado este lunes en la Audiencia de Málaga. La Fiscalía acusa al hombre de un delito de homicidio doloso, con las circunstancias que agravan la pena de parentesco y de género, y pide 15 años de prisión. La defensa sostiene que fue un homicidio por imprudencia y que no hubo intención de acabar con la vida de la mujer. La familia de la víctima está personada como acusación.
En su declaración, el procesado ha afirmado que «nunca jamás» tuvo intención de matar a su pareja ni de hacerle daño, asegurando que la quería y que no tenía celos; sí al revés, ella «era celosa» y «tóxica». «No le he levantado la voz ni una sola vez», ha asegurado el hombre, quien ha negado que la pegara, la humillara o tuviera odio hacia ella por ser mujer.
Ha relatado que la tarde antes su hijo quería hablar con él sobre que supuestamente la mujer maltrataba al acusado y que ella se enfadó por eso. Tras pasar la noche cada uno en una habitación, por la mañana del día de los hechos hablaron y comenzaron a beber copas y a practicar sexo, utilizando una cuerda, algo que, según su versión, era «habitual» en sus relaciones.
En un momento determinado, ha señalado, dio la vuelta a la mujer y vio que sangraba por la nariz, intentó reanimarla, pero se dio cuenta de que había fallecido. Tras esto se fue a comprar alcohol para desahacerse de las pertenencias y a una academia en la que trabajaba. Pretendía llevar el cuerpo a la casa de la mujer en Granada «para ver si alguien podía cargar con la culpa», pero en el camino decidió quemarlo y lo hizo en Nerja.
El acusado ha asegurado que la práctica sexual fue esta vez igual que en otras, pero que no sabe por qué en esa ocasión el resultado fue letal; y ha incidido en que no contó esta versión por «vergüenza» porque era profesor en un colegio católico. Además, ha aludido a supuestas «presiones» de los investigadores en el momento de la confesión.
«Estoy arrepentido porque no tenía que haber aceptado nunca haberle puesto la cuerda alrededor del cuello», ha declarado el acusado, quien ha asegurado que estas prácticas sadomasoquistas las aportó ella a la pareja y que eran para dar placer. También ha referido que las lesiones que él tenía cuando fue detenido eran por supuesto maltrato de ella.
La fiscal considera que es un homicidio doloso, y no imprudente como pretende la defensa, al estar convencida de que el acusado «mató conscientemente a su pareja, no por error o accidente, sino porque quería», y asegura que hay testigos del traslado del cadáver en el maletero del coche y destaca que el acusado confesó todos los hechos «de forma espontánea» ante la Guardia Civil y en el juzgado.
Según consta en las conclusiones iniciales de la acusación fiscal, a las que ha tenido acceso Europa Press, el acusado mantenía una relación de pareja con la víctima, nacida en Rusia, y ese día mantuvieron una fuerte discusión motivada por celos de él. El hombre actuó «guiado por un especial desprecio a la misma dada su condición de mujer».
En un momento dado, cogió un trozo de cuerda y supuestamente «rodeó el cuello de su pareja, apretando fuertemente hasta producirle la muerte por estrangulamiento». Luego, con la intención de deshacerse del cadáver, presuntamente lo llevó envuelto en una manta hasta el aparcamiento y lo introdujo en el maletero de su vehículo, con el que se fue a un paraje rural, señala el fiscal, y lo quemó.
El ministerio público sostiene que aunque ahora el procesado está enfermo, en ese momento poseía «un completo y contrastado conocimiento de los hechos y la ilicitud de los mismos estando sus actuaciones conformes a esa comprensión» sin causas psíquicas como para «afectarle sus capacidades intelectivas y volitivas».
Por su parte, la familia de la víctima, personada como acusación particular, considera que hay «prueba aplastante», directa e imparcial contra el acusado, incidiendo también en que se autoinculpó «libremente y de manera espontánea». Ha solicitado que declare la expareja de la mujer, amigas y un prima, porque pueden aportar testimonios sobre «la situación de acoso» que sufría la víctima en la relación.
El abogado de la defensa, por contra, ha insistido en que su cliente «no actuó de forma dolosa» y ha indicado que cuando confesó «nunca dijo que tuviera intención de matarla». Además, ha aseverado que «no hay pruebas que desmientan la versión» que ha mantenido este lunes en el juicio, apuntando que no la contó antes «por vergüenza».