Que el turismo es la industria número uno de las islas desde hace muchísimos años es indiscutible. Que el turismo es un fenómeno de masas hoy en día, también admite poco lugar a la duda, solamente hay que ver como cada vez quedan menos territorios sin explorar. Sin embargo, hay otro enfoque en el que cada vez se focaliza más el sector turístico: los viajeros de lujo.
El concepto de turismo de lujo, no se refiere tanto a actividades esnob o elitistas. Cuando hablamos de turismo de lujo, podemos referirnos a viajeros que básicamente desarrollan unas vacaciones, al menos en cuanto a actividades, bastante similares a las del turismo estándar. La diferencia reside básicamente, en que los servicios son individualizados. De esta manera lo que se busca es personalizar esas vacaciones justamente evitando agobios y masificaciones. No se trata tanto de exhibicionismo u opulencia, sino más bien en cómo explotar el potencial creativo, y que así se consiga ante todo reafirmar la identidad y la personalidad del individuo. En una época en la que viajar se ha vuelto una de las formas de ocio más extendidas, paradójicamente estas posibilidades más individualizadas están encontrando un impulso muy efectivo para su oferta.
Ibiza, un destino predilecto
España es después de Francia el país con más turistas del mundo. Por supuesto, Ibiza es una de las perlas turísticas del país. Su belleza natural, su fabuloso clima, su excelente gastronomía y su vibrante vida nocturna garantizan un gran número de visitantes año tras año. Y es que cada vez más, Ibiza se consagra como destino para el turismo de lujo.
La tradición turística de la isla ha supuesto una dotación de infraestructuras y una experiencia que ha permitido desarrollar el negocio del turismo y que este siga creciendo exponencialmente. Sin embargo, los expertos consideran importante entender que, al igual que la sociedad ha cambiado notoriamente en los últimos años, el perfil del turista también muta. Por lo tanto, para los profesionales en el sector es importante entender que las ofertas han de ser dinámicas y adaptarse a la actualidad. Lo que hace no tanto podía dar unos resultados magníficos puede no ser efectivo ahora.
El turismo de lujo es turismo a medida
Por definición, el turismo de lujo se aleja del turismo masivo. Lo que significa que una de las características innegociables es la exclusividad y los servicios personalizados. Por ejemplo, a la hora de viajar, los usuarios no quieren esperar largas colas para facturar, pasar controles, viajar en aviones abarrotados, con espacio limitado, adaptarse a los horarios de aerolíneas tradicionales. Por este motivo han surgido aplicaciones como la de JetApp, que ofrecen vuelos a usuarios que quieren hacer de la propia experiencia de vuelo algo agradable, y el comienzo de unas vacaciones totalmente por y para el usuario.
Exactamente lo mismo sucede con el alojamiento, algo primordial también a la hora de planificar unas vacaciones. Las suits exclusivas y con todo tipo de servicios ofrecen una experiencia particular. Muchos hoteles apuestan cada vez más por crear temáticas, y entornos que los personalicen al máximo y se preocupen por ofrecer iniciativas creativas a sus clientes. También se adaptan en espacio y acondicionamiento dependiendo de si el cliente viaja solo, en familia, o con amigos.
Por último, está el propio producto en sí. En Estados Unidos, una de las referencias en lo que turismo de lujo se refiere, abundan las empresas con ofertas tan arriesgadas como exóticas. Desde visitas a las profundidades del Titanic a viajes en helicóptero a lo largo del Cañón del Colorado.
Para los menos ostentosos, hay otras opciones como clases de yoga con profesores prestigiosos, actividades deportivas y de aventura, o simplemente acceder a conciertos, estrenos artísticos o eventos deportivos desde posiciones, eso sí, privilegiadas con respecto al grueso de los asistentes.
También se incluyen cada vez con más frecuencia en los paquetes de turismo más exclusivos eventos de networking y de negocios, ya que para muchos los viajes de placer y de trabajo no tienen por qué ir por separado. Incluso que esa combinación puede ser muy fructífera para aquellos que no logran desconectar del trabajo y que necesitan estar siempre activos. Muchas veces consiguen sus objetivos más fácilmente tomando una copa, haciendo rafting o en un campo de golf en vez de en una oficina.