Se decía de Gran Hermano −el de los comienzos, el auténtico− y lo mismo ocurre con las redes sociales. Cuando las cosas se magnifican y se pierde el control de lo que uno mismo dice o publica suceden cosas sorprendentes. Esto mismo lo ha vivido en su propia piel Daniel Siles (@siles_Dani), un joven estudiante cordobés que hace unos pocos días decidió publicar en Twitter unas cuantas fotografías suyas en bañador.
Con algunos kilos de más, la intención del joven era sencilla, según él mismo definía. Cansado de ver proliferar en las redes publicaciones con cuerpos «super definidos y delgados» se dijo «yo estoy gordo y no por ello voy a ser menos».
De este modo subió unas fotos con el deseo de que «ojalá se difundan igual y se normalicen los cuerpos gordos de una puta vez», con perdón de la expresión.
A partir de aquí se desató la locura, será cosa del verano y que la gente tiene más tiempo libre que de costumbre.
Muchos usuarios reaccionaron a su publicación aplaudiendo su valentía. Incluso algunos remitieron fotografías de sus barrigas, en 'solidaridad' con el interesado.
Muchos otros consideraron que tampoco tenía mucho mérito: tener un poco de sobrepeso y fotografiarse estando en la playa o en la piscina no son cosas demasiado inusitadas en nuestro país.
Pero en el debate había otro sector para nada minoritario, los haters. Muchos lanzaron críticas a Dani por hacer gala de su gordura, como si no se esforzara suficiente por mantener la línea o tener una vida activa y saludable, todo ello con un pretexto aparentemente muy loable; el interés por su salud.
No faltaron también los insultos e improperios a quien deliberadamente se expuso ante el ojo crítico de las redes sociales. El 'causante' de esta polémica salió al paso de ellos como buenamente pudo.
Sería interesante saber si el chico hubiera compartido esas imágenes en caso de tener una bola de cristal y conocer previamente la desmesurada repercusión de su publicación, que no dejó a nadie indiferente.