La tortilla de patatas es un clásico de nuestra cocina, un plato que suele gustar a todo el mundo. En la receta, se pueden incluir muchas variaciones, añadir diferentes ingredientes o cocinarla con los trucos que cada uno conoce.
Sin embargo, en muchas ocasiones se comenten errores en su elaboración que pueden hacer que la tortilla de patata final no sea del todo sabrosa: dorada por fuera y cremosa, pero cuajada al punto, por dentro, sin que quede seca.
El primer error se da al elegir las cantidades para hacer la tortilla. La norma marca que se deben usar cuatro huevos grandes por cada medio kilo de patatas. No tener en cuenta esto puede afectar a la receta.
Por otro lado, hay que tener en cuenta la temperatura del aceite. A la hora de hacer la mezcla con el huevo, el aceite debe estar ya bien caliente, pero bajando después el fuego para que no quede demasiado hecha por fuera y cruda por dentro.
También a la hora de cocinarla, la sartén debe tener la cantidad suficiente de aceite, de lo contrario, al dar la vuelta a la tortilla, esta podría quedarse pegada y romperse, lo que estropea por completo el resultado final. Así, se debe cubrir por completo la base de la sartén con aceite.
En cuanto al resultado final, siempre surge el debate sobre si la tortilla debe quedar cuajada o no. Hay personas que no toleran que la tortilla quede poco hecha por dentro, mientras que otras lo prefieren así. De este modo y para no arriesgar, lo mejor es que quede cremosa por dentro, sin cuajarla mucho, pero con el huevo ya bien cocinado, sin que quede líquido.