En los últimos años vemos que en muchos edificios de nueva construcción se pone fachada ventilada, un tipo de fachada que tiene muy poco que ver con la de 'toda la vida' y que aporta una gran cantidad de ventajas.
Entre esas ventajas está un gran ahorro en sistemas de climatización, mayor eficiencia energética y una mejora en el medio ambiente más cercano. Además, el coste de instalación ha disminuido de manera drástica en los últimos años, por lo que ya no es un impedimento a la hora de colocarla.
¿Qué es una fachada ventilada?
La fachada ventilada es un sistema parecido a una cámara de aire, pero con una apertura superior. Esto hace que en verano el aire caliente circule por esa cámara, suba y salga por la zona superior enfriando la fachada y, por lo tanto, la casa. En invierno, el aire que se calienta en esa cámara no está lo suficientemente caldeado para subir y salir, así que se queda dentro en contacto con la fachada de la casa y la calienta.
Esa especie de cámara de aire se consigue poniendo unos perfiles y un aislante en contacto con la fachada, fijando otra capa encima dejando un espacio (por donde circula el aire) llamada hoja exterior que puede ser de diferentes materiales dependiendo de la estética que queramos dar al edificio y de nuestro presupuesto. Al final se termina con lo que se denomina 'coronación', una pieza que deja que el aire salga, pero no que entre el agua.
Con este sistema el ahorro energético es notable
Podemos decir que el ahorro energético es más que notable con este sistema que se aprovecha de la naturaleza y de las leyes de la física.
En invierno vamos a notar que la casa está más caliente y en verano que está más fría, de manera que el gasto que hacemos al instalarla se amortiza, con lo que no pagamos en la factura de la climatización.
También sirve para evitar la humedad
La fachada ventilada ayuda mucho a evitar problemas por humedades, tanto en la fachada como en el interior de la casa.
Por un lado, la hoja exterior hace de capa de protección contra las filtraciones. Esta hoja evita que el agua incida sobre la fachada, de manera que no se cuela por esas grietas que antes o después aparecen en todos los edificios.
La corriente de aire que se forma saca la humedad que se pueda filtrar y seca la fachada, impidiendo la aparición de hongos por condensación que a veces vemos en los materiales como el aluminio de las ventanas.
Cuidamos el planeta
Bajando la factura de gas, electricidad o diésel no solo estamos ahorrando, sino que estamos contribuyendo a mejorar el medio ambiente y sobre todo nuestro entorno más inmediato si nuestro sistema para calentarnos funciona con diésel, algo muy común.
En este caso, la fachada ventilada hace que consumamos menos y que salga menos humo por la chimenea. Además, estamos haciendo algo bueno para el planeta usemos el sistema de climatización que usemos, puesto que hoy en día buena parte de la energía que llega a casa se sigue generando con combustibles fósiles.