Que el aeropuerto de Funchal en Madeira, Portugal, es un auténtico quebradero de cabeza para los pilotos es algo bien conocido. De hecho, despegar o aterrizar del mismo supone pasar por un entrenamiento especial, lo que ha llevado a las aerolíneas comerciales a tener en plantilla pilotos especializados en ello. Su dificultad radica en la corta longitud de la pista, las fuertes turbulencias y los permanentes cambios de viento que se registran en la zona.
En este caso, ha sido la tripulación de un Boeing 737 de Transavia los que superaron con éxito los desafíos de esta pista.